Opinión 

El comentario de hoy, martes 14 de marzo 2023

El pasado viernes 10 de marzo, se cumplieron los primeros cien días del gobierno de Salomón Jara. Es obvio que no se pueden exigir resultados en un tiempo tan breve de gestión. La moda la impusieron en el pasado algunos gobiernos priistas, más por protagonismo que de acciones concretas. Sin embargo, es un lapso de tiempo que sí permite a quien gobierna, al menos hacer un balance de la situación económica, política y administrativa que se encontró y las líneas sobre las que caminará su administración para superar resabios y emprender proyectos.

El truco mediático de hacer responsable de todos los males al gobierno pasado, en una copia de las sofocantes mañaneras en el Salón de la Tesorería del Palacio Nacional, ya no cuaja en la conciencia colectiva. Sólo alienta el morbo. Será más importante para la ciudadanía saber las acciones concretas que se habrán de instrumentar en algunos rubros. El ejecutivo estatal ha insistido en que las prácticas corruptas no habrán de quedar impunes. Y que el robo al pueblo debe ser castigado. Pero, salvo un caso, poco se sabe de acciones emprendidas hasta el momento.

Uno de los temas más que evidentes, pues está a la vista de todos, es el de las obras malhechas o a medias, que dejó la administración pasada. Las de Símbolos Patrios, el Centro Cultural Álvaro Carrillo”, el Circuito Interior o el Centro de Convenciones de Huatulco, por mencionar sólo cuatro. No se ve en el horizonte que se proceda penal o administrativamente en contra de quienes se presume son responsables de una entrega ficticia al pueblo de Oaxaca, a sabiendas que no estaban concluidas. Mientras, la actual administración sigue sin atender los desperfectos, dejando las citadas obras al deterioro del tiempo, como si fueran monumentos a la corrupción.

Un proyecto más que fue algo así como un barril sin fondo, es el del llamado CITYBUS, que inició en los dos últimos años del gobierno de Gabino Cué, fue reactivado en el último tercio del régimen de Alejandro Murat y, en plena transición con el actual régimen fue suspendido el servicio que ya prestaban sus unidades. Un ejemplo burdo del dispendio, del saqueo y de haber erogado más de mil millones de pesos, están en los autobuses deteriorándose en un encierro; de paradas destruidas por el vandalismo o terminales abandonadas. Pero hay que reconocer que no todo han sido omisiones o falta de la palabra cumplida. Justo en la víspera de los cien días se emprendieron acciones enérgicas en contra del llamado “Cártel del Despojo”. Obvio, hacen falta más piezas para completar el rompecabezas. La pregunta es: ¿se procederá conforme a la ley en contra de todos los presuntos responsables o nos seguiremos conformando sólo con el linchamiento mediático que, a un año de haberse destapado esa vieja alcantarilla, ha creado en algunos de dicha banda delictiva una especie de coraza de blindaje? (JPA)

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