Opinión 

El comentario de hoy, jueves 29 de diciembre 2022

Cada inicio de nueva administración estatal, es un renovado desafío para la autoridad entrante. Tarea nada fácil mantener el eje fundamental del Estado de Derecho, la paz social y, sobre todo, la gobernabilidad. Alguien dijo hace mucho tiempo que Oaxaca es como una perpetua comisaría: conflictos, disputas y presión al gobierno. Y es que, en el tema de protestas y movilizaciones, nuestra entidad se cuece aparte.

Hay quienes han nacido y crecido en la aberrante cultura del chantaje. Confundir la libertad de expresión con atropellos y violaciones a los derechos humanos, sobre todo, el derecho a la libre circulación, ya es deporte. La temporada decembrina no fue ajena a estas deplorables acciones. Por la detención de un guardia personal del presidente municipal de Miahuatlán de Porfirio Díaz, los esbirros del Frente Popular Revolucionario –el FPR- cerraron la súper carretera Oaxaca-Cuacnopalan, la semana pasada.

Lo palpamos en las fiestas de julio. Con todo dolo y mala fe, algunos dirigentes buscaron ablandar al gobierno golpeando la economía, en un atentado abierto en contra del turismo. Es decir, fustigar una de nuestras únicas industrias, de las que viven miles de familias oaxaqueñas. Sólo basta observar que esperan la temporada vacacional para golpear. En el pasado consolidaron dicha cultura, ante el miedo de los gobiernos para actuar. Espero que esa política no continúe.

Hace unos días, el gobierno de Salomón Jara difundió un documento en el que reitera su política de diálogo y apertura para resolver demandas y conflictos. Y hace un llamado para actuar en el marco de la ley. Con certeza, a muchos dirigentes del amplio directorio de grupos y organizaciones sociales, dicho mensaje les entró por un oído y salió por el otro. En su visión torcida, hay que seguir medrando del erario, a través del golpeteo.

Es muy prematuro, a casi un mes del inicio de esta administración, saber cuál será la política que emprenda para el tratamiento con esta epidemia de chantaje y presión. Lo que sí es prudente recordarles a los nuevos huéspedes del poder ejecutivo, es el hartazgo ciudadano ante los bloqueos carreteros, el cierre de vialidades y oficinas y esa aberrante complacencia ante aquellos que, en su afán de seguir medrando de los recursos públicos, toman a la ciudadanía inerme como rehén. Insisto: el diálogo como política de gobierno es el mejor instrumento para conciliar, escuchar y resolver. Pero cuando no hay interlocución y se privilegian los intereses particulares, afectando los derechos de terceros, lo único que queda es la aplicación de una mano firme. El Estado moderno y su representante, el gobierno, no se justifican sin el uso de la fuerza. Así de simple. (JPA)

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