Opinión Portada 

El comentario de hoy, jueves 8 de mayo:

Hace unos días concluyeron las actividades del llamado festival “Rodolfo Morales”, en homenaje al desaparecido artista originario de Ocotlán de Morelos. Dicho festival no es una innovación del gobierno de la Primavera Oaxaqueña sino creación de regímenes anteriores. Pese a ello, se trató de una buena iniciativa que permitió ubicar a Oaxaca, como antaño, en un sitio privilegiado de la actividad cultural del país.

Es importante recordar que, gobiernos estatales recientes, por aquello de dejar el rubro cultural en el plano meramente discursivo, amén de marginarlo desde el punto de vista presupuestal, fueron desapareciendo proyectos verdaderamente exitosos que, en el pasado, nos dieron renombre. Por ejemplo, el Festival “Eduardo Mata”, que se instituyó en honor del músico oaxaqueño que, en su momento, fue uno de los mejores directores de orquestas sinfónicas.

Otro más que, desafortunadamente, mordió el polvo por la abulia oficial, fue “Instrumenta”. Éste concitaba la presencia de músicos de prestigio internacional que, en diversos espacios públicos de la capital, impartían sus conocimientos en diversos instrumentos de aliento o cuerdas, a nuestros artistas locales. Ahí acudían desde veteranos hasta bandas infantiles. Sin duda, un festival didáctico que permitía enriquecer de conocimientos a nuestros músicos.

Como los anteriores, también desaparecieron las temporadas de conciertos de algunas instituciones musicales del país. Nuestra capital se convertía, en ciertos meses durante todo el año, en una verdadera Meca de la cultura, porque, además de los propios oaxaqueños, acudían a los mismos visitantes del país y el extranjero. Y es que parece que no se ha entendido, que Oaxaca es mucho más que Guelaguetza, Feria del Mezcal, festivales de los moles y otros.

Mucho se pondera el pluralismo cultural oaxaqueño; nuestra riqueza multiétnica y todo lo que entraña nuestra historia única y excepcional. Pero no se concreta en programas. Poco se sabe de las actividades de las casas de cultura que aún existen en ciertas cabeceras municipales. De los proyectos comunitarios. De esa intensa actividad silenciosa que pasa desapercibida que, en el entorno cultural, se llevan a cabo en nuestros pueblos.

Si lo que se trata es de repetir lo que dijo el escritor romano Juvenal, en sus Sátiras, “al pueblo, pan y circo”, no hay que tirar los millones del erario en presentación efímera de grupos de moda, sino de recuperar de ese pasado neoliberal y conservador -como lo han malentendido los nuevos íconos del poder público- aquello que vale la pena mantener vivo. (JPA)

Leave a Comment