Opinión 

El comentario de hoy, martes 30 de mayo 2023

Desde 1980, es decir, desde hace 43 años, la educación pública en Oaxaca ha vivido un constante deterioro. El nacimiento de la famosa Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación –la CNTE-, con su bandera de abatir el charrismo sindical de “Vanguardia Revolucionaria” en el Sindicato Nacional –el SNTE-, se convirtió en un poder fáctico, que encontró en los bloqueos, plantones y en el golpeteo a las garantías ciudadanas, su arma de lucha para exigirle al gobierno, cada vez más canonjías y privilegios.

De los estados del país que formaron ese bloque, fue la Sección 22 la que demostró un mayor radicalismo y enajenación de sus dirigentes, con ideologías de un socialismo extinto en el mundo global. Muchos de ellos abrevaron en los Clubes de Orientación Política Ideológica –los COPIS- de las Normales Rurales, en los que se preparaba a los futuros maestros para ser guerrilleros, los forjadores de una educación dogmática, acartonada y fuera de la realidad. Pero se quedaron anclados en ello. Perdidos en el mundo de las ideas desde hace más de medio siglo.

Y el llamado Cártel 22 cayó en ese bache. A lo largo de la historia del llamado Movimiento Democrático de los Trabajadores de la Educación en Oaxaca –el MDTEO- no ha habido una sola propuesta de mejoramiento académico, de compromiso tácito con la educación, con la formación de alumnos críticos, pero informados. Todo ha sido conveniencia, alargar la mano, pedir más salario y prestaciones, cobrar sin trabajar. Hoy el gobierno les da, mañana vienen a pedir más. Pero que haya vocación de servicio, nada. Así se explica el vandalismo normalista para exigir plazas sin examen.

Hoy, el Cártel magisterial ha vuelto a la carga, con peticiones poco genuinas, como el castigo a los represores del 2006, la libertad de presos políticos o por los hechos de Nochixtlán. Ya no son educadores sino falsos redentores. Su lugar ya no es el aula, sino la calle. Desde marzo de 2020 que empezó la emergencia sanitaria por el Covid-19, hay maestros que tienen acaso un par de meses que volvieron a la normalidad. Lo tomaron como vacaciones. Con excepciones, la mayoría de quienes laboran en zonas rurales pusieron de pretexto la falta de conectividad para las clases virtuales.

Pero aquí están de nuevo, dispuestos a ponerle un clavo más a nuestra educación pública deficiente, al ancestral rezago educativo, a cobrar un salario que tiene mucho que no desquitan y a cobrarle al pueblo inerme, agravios de los que es ajeno. Manipulados por dirigentes sin escrúpulos, sólo apuntan a recuperar posiciones que mantuvieron bajo presión y en total ilegalidad. Y vuelven con sus paros locos, prestos a hacer más grande la brecha de la ignorancia y el atraso escolar, en los que Oaxaca se lleva los primerísimos lugares. Y algunos, soñando con hacer el caldo de cultivo del tristemente célebre movimiento de 2006, reeditar ese pasaje ominoso. Pero cobrando puntualmente y sin retrasos, la quincena que les paga el gobierno. (JPA)

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