Opinión 

El comentario de hoy, martes 29 de marzo 2022

Desde hace al menos dos meses, un grupo de pseudo estudiantes del sistema de normales del estado, realiza una serie de movilizaciones en la capital oaxaqueña, creando una justificada crispación social. Bloqueos a cruceros y avenidas; un plantón en el Centro Histórico y el secuestro diario de autobuses urbanos. Jóvenes de ambos sexos, mochila en la espalda, son usados como carne de cañón con perversos fines políticos y económicos.

Manejados por sus titiriteros, ya conocidos, lo mismo cargan llantas viejas con la amenaza de quemarlas, que botes con gasolina. Les han dicho una y otra vez que sus plazas docentes están aseguradas. Que sin examen que acredite su formación –requisito indispensable por parte de la Secretaría de Educación Pública- ellos pueden obtenerla. Y siguen en lo mismo. Obvio, ésta ya no es su bandera. Lo es, el propósito de desestabilización de sus manejadores.

De nada han valido las mesas de diálogo. Estos jóvenes, futuros maestros, delincuentes potenciales, son movidos por hilos ocultos. Desde hace dos años, con motivo de la pandemia, están ausentes de las aulas. Su formación es, pues, deficiente. El propósito de su negativa a la solución de sus peticiones, conlleva algo más que el puro chantaje. Y el gobierno sabe quién o quiénes están detrás. Lo grave es que no los para.

Desde que ocurrió el secuestro y, posterior sacrificio de los 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, el 26 de septiembre de 2014, quienes pretenden emularlos se han investido con una coraza de inmunidad. Son sencillamente intocables. Por eso caminan al filo de la ley. Los padres de las víctimas siguen recorriendo el país y exigiendo su presentación. Hace ocho años perdieron a sus hijos.

Y siguen su cruzada, pero cuando pudieron haberlo evitado se encogieron de hombros. Tal cual ocurre entre los estudiantes de la CENEO. ¿Saben sus padres a qué intereses están sirviendo sus hijos? ¿Por qué tienen que pagar cuando no asisten a bloqueos y acciones temerarias? ¿Estarán convencidos de que los manipulan dirigentes de grupos magisteriales, que buscan el poder en dicho gremio? Desde hace tiempo su juego se ha puesto al descubierto.   Entre la sociedad oaxaqueña existe una soterrada aversión a sus acciones. En absoluto cuentan con simpatía o respaldo popular. Los normalistas están contra la pared. El repudio social se lo han ganado a pulso, porque sus métodos y falso radicalismo sólo demuestra la manipulación de que son objeto y los intereses perversos a los que estarían sirviendo. Verlos a diario bajando a las personas de los camiones o impidiendo el paso a quienes se dirigen a su trabajo, en bola, sólo genera conmiseración hacia sus padres, que siguen solapando estas bajezas. (JPA)

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