Opinión 

El comentario de hoy, martes 22 de noviembre 2022

Alguien dijo que las carreteras más caras del mundo son las de Oaxaca. Y no le hizo falta razón. Hoy en día, la carretera a la Costa está prácticamente terminada. Salvo un tramo que está en medio de un añejo conflicto agrario entre San Vicente Coatlán y Sola de Vega. Desde hace cerca de 15 años que dicho proyecto arrancó se ha encontrado con uno y mil obstáculos. Situación semejante a la que libra la del Istmo, con 20 años sin concretarse.

La vía a la Costa ha quintuplicado su costo. O fue el pago de derecho de vía que cada autoridad municipal o comisariado de bienes comunales cobra a su arbitrio, o las viejas rencillas entre comunidades. Todo ello concita una realidad irrebatible: no hay conciencia de lo que implica el desarrollo y la comunicación. Tercos como mulas, los que animan estas diferencias quieren, o dinero o simplemente echar por tierra el beneficio social.

Y no son los sobados usos y costumbres o los ya trillados derechos indígenas. Serlo no implica andan con taparrabos o penachos con plumas y vivir en reservas. No. Manipulados a veces por sujetos extraños a su propia identidad, caen en el juego de ponerle precio a todo. Pasar por su territorio es un desafío. Piden el oro y el moro: escuela, auditorio, iglesia, cancha municipal, camino de acceso, etc. Es correcto cuando se trata de incorporarlos a los beneficios de las nuevas vías, pero no cuando responden a un interés bastardo.

En el mensaje que recientemente rindió el gobernador Alejandro Murat, a la ciudadanía oaxaqueña, en el marco del VI y último informe, dejó en claro que la carretera a la Costa se concluirá en los primeros meses de 2023. Hay un gran avance. Sin embargo, reconoció que no se pudo concluir en los tiempos marcados, justamente por el citado conflicto agrario. Recordemos que no es el primer gran proyecto que echan abajo las citadas comunidades.

En 2007 se emprendieron los estudios para asegurar el suministro de agua potable a la Ciudad de Oaxaca y municipios conurbados, al menos para los próximos cincuenta años. Era un proyecto ambicioso de construir un acueducto que fuera en paralelo a la vía a la Costa, hasta traer el vital líquido a la capital. Y se inició la construcción de la cortina de lo que sería la presa y el gran proyecto llamado “Paso Ancho”. Tengo entendido que se gastaron muchos millones de pesos.

Pero, ¡oh, desgracia! El sitio también está ubicado entre ambas jurisdicciones: San Vicente Coatlán y Sola de Vega, que llevan tal vez medio siglo o más velando armas y enterrando muertos. La segunda comunidad ha ganado litigios en el Tribunal Unitario Agrario, pero nada hace entender a los chenteños, legendarios por su violencia y cerrazón. Hoy, un gran proyecto, como es la carretera a la Costa está paralizado. (JPA)

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