Opinión 

El comentario de hoy, jueves 5 de enero, 2023

El pasado 29 de diciembre, en la Villa de Tejúpam de la Unión, el gobernador Salomón Jara anunció que, en los primeros días de este mes, enviaría al Congreso del Estado una iniciativa de ley, en materia de austeridad, encaminada a reducir el gasto en el rubro administrativo y en la estructura gubernamental. En este sentido, aseguró que en su administración no se utilizarán los aviones ni helicópteros para uso personal, ni en su carácter como Gobernador, toda vez que estos medios de transporte serán destinados al pueblo, para el traslado de pacientes e insumos durante las contingencias.

Se trata, sin duda alguna, de una buena iniciativa, aunque, hay que decirlo, del dicho al hecho hay un gran trecho. Sólo hay que ver el derroche de algunos titulares de dependencias que acuden a sus giras de trabajo, a un mes de haberse estrenado, con una caravana de vehículos oficiales. O las campañas anticipadas con espectaculares, publicidad pagada y derroche de supuestos programas sociales y altruistas, de algunos de sus cercanos que, estamos seguros, no se pagan de su bolsillo.

Sin embargo, para que el ahorro en el gasto sea efectivo, en amplio respeto a la división de poderes, habría que apretar al Poder Legislativo, que es el órgano que, paradójicamente aprobará la citada ley de austeridad, pero en donde dicha política es una ficción. Ahí, diputados y diputadas repiten como loros que habrá austeridad, pero gastan a manos llenas del erario. Sólo de enero a septiembre de 2022, erogaron la nada despreciable suma de 598 millones de pesos, es decir, 168 más de los 430 millones que les fue aprobados para el pasado ejercicio fiscal.

En días pasados, Jara Cruz arremetió en contra de la corrupción, los moches y demás que se dieron en el pasado, para la aprobación del presupuesto anual, pero se olvidó que quienes operaron el llamado “pago por evento”, son varios de sus leales operadores, ahora en el gabinete. Son los mismos que se agenciaban las obras que el gobierno estatal llevaba a cabo en sus distritos; con constructoras a modo; con concesiones otorgadas para su beneficio.

Si lo que se trata es de barrer las escaleras de arriba hacia abajo, por ahí debería empezar el ejecutivo estatal a sugerir acciones reales y limpiar toda la podredumbre legislativa, los vicios, las inercias, el conflicto de intereses y el tráfico de influencias. Porque no hay nada que ofenda al sentido común y a la inteligencia de los oaxaqueños que el doble discurso y la doble moral. La presunción de corrupción en el Congreso local durante ésta y la anterior legislatura, en donde el Movimiento de Regeneración Nacional –Morena- ha sido mayoría, ha sido un secreto a voces. (JPA)

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