Opinión 

El comentario de hoy, jueves 4 de mayo 2023

En los últimos tiempos y a raíz de las lluvias atípicas de hace un par de semanas, varios incidentes en nuestro sistema de agua potable y drenaje urbano, han mostrado el error oficial en desatender quejas y denuncias. Las redes sociales y los medios de comunicación se han convertido en el instrumento ciudadano para informar de fugas de agua potable o aguas negras; ruptura de tubos o rebalse de alcantarillas.

Sólo en la semana anterior se dieron a conocer una decena o más de incidentes. Estamos ya en el período oficial de la temporada de lluvias y el efecto de alcantarillas llenas de basura o de tierra, sin tapas y sin mantenimiento, se convierten en motor de inundaciones y daños graves. Con la última lluvia fuerte y granizada, por ejemplo, la alcantarilla ubicada en Fuerza Aérea Mexicana –antes Naranjos- en la Colonia Reforma, a un costado del Hospital Civil “Aurelio Valdivieso”, volvió a convertirse en un riesgo ciudadano.

Lo que fueron baches se transforman en cuestión de días en socavones si no se atienden con oportunidad y eficacia. Se sabe que dicha labor le compete al Sistema Operador de Agua Potable y Alcantarillado, aunque tampoco el ayuntamiento de Oaxaca de Juárez debe ser ajeno. Es su jurisdiccion y su responsabilidad. La emergencia no es un tema de competencias, más si se anticipan temporales de resultados impredecibles.

Dice la conseja popular que vale más prevenir que lamentar, aunque aquí, lamentablemente, es exactamente lo contrario. Ya que ocurren siniestros se atienden los desperfectos. Ahogado el niño se tapa el pozo. Es cierto, el sistema de drenaje y tuberías de agua potable, parecen no figurar en la prioridad de las obras gubernamentales. Grandes fugas del vital líquido se dan por tuberías averiadas o inservibles, mientras la población está sometida a un brutal racionamiento o morir de sed en el estiaje.

Pueden pasar días para que el reporte de alguna fuga sea atendido. Aguas pestilentes corren como ríos, como amenazas a la salud o el agua limpia se desperdicia de manera irresponsable. Pero, de no atenderse pueden convertirse en males mayores y hasta en premisas de accidentes mortales. Urgen pues medidas de prevención para evitar inundaciones y siniestros, pero también para cuidar el vital líquido. Si bien eso no será la panacea que evite los males que traigan consigo las lluvias, es un atenuante para evitar daños mayores. Ojalá pues que las autoridades competentes asuman su responsabilidad y no salgan con el trillado argumento de que no cuentan con recursos. El ciudadano paga sus impuestos y los servicios de consumo. Puede por tanto exigir una mejora en el servicio y el mantenimiento. Los incidentes no pueden dejarse al arbitrio del tiempo o las circunstancias. (JPA)

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