Opinión 

El comentario de hoy, jueves 25 de mayo 2023

Nadie en su sano juicio debe minimizar el revés que recibe Oaxaca y sus destinos turísticos, por los hechos desafortunados de hace una semana. El asesinato de dos turistas. Uno argentino, en Lagunas de Chacahua y el otro canadiense, en una colonia de Puerto Escondido. Medios nacionales y extranjeros dieron cuenta puntual de estos hechos, lo cual influye de manera negativa en nuestra industria sin chimeneas, que a grandes trancos se recupera de los coletazos de la pandem¡a y el nulo apoyo federal.

Si bien es cierto que la Fiscalía General del Estado de inmediato realizó las pesquisas y consignaciones pertinentes, nobleza obligaba a emitir alguna declaración para lamentar los hechos y ofrecer condolencias a familiares de las víctimas y, a los visitantes potenciales del país y el extranjero, la certeza de que el gobierno reforzará las tareas de vigilancia. Extraño pero cierto. Ante estos dos hechos de sangre, se percibió un silencio ominoso de parte de la dependencia responsable.

No es la primera vez que nuestro estado tiene tache en temas de seguridad para el turismo. En los disturbios del 2006, gobiernos extranjeros emitieron alertas a sus connacionales para no viajar a Oaxaca. Alertaban sobre barricadas y situación de excepción. Posteriormente, con cierres carreteros, atracos en casetas de cobro y vandalismo prohijado por maestros, normalistas y organizaciones sociales, el golpe al turismo fue directo.

La industria sin chimeneas, entendemos, no se circunscribe sólo a La Guelaguetza, Semana Santa, Día de Muertos, Noche de Rábanos o fines de semana largos, con sus consabidos operativos policiales de temporada. Tampoco es de estadísticas de afluencia, promedio de ocupación o derrama económica. Implica también otorgar seguridad a los visitantes. O al menos, lo necesario para no convertirnos en una tierra de nadie como algunos destinos turísticos en el país.

Se entiende que el tema de seguridad es un flagelo nacional; que los delitos han crecido de manera exponencial y que nadie en este país está a salvo de los grupos delincuenciales y sus operaciones. Que ello no sea obstáculo para que esta administración no ponga en marcha estrategias para reforzar los operativos policiales y tenerlos de manera permanente en todo el estado, particularmente en los sitios de interés y polos turísticos. Es una mala nota que sigan ocurriendo hechos como los que ya mencionamos. Con las fiestas de julio a la vuelta de la esquina, habrá que diseñar un modelo para contrarrestar la imagen negativa y seguir alentando la confianza en quienes aman a Oaxaca y en aquellos que anhelan conocer su enorme riqueza cultural y natural. (JPA)

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