Opinión 

El comentario de hoy, jueves 2 de febrero 2023

En dos ocasiones o más, en las llamadas conferencias de prensa mañaneras del gobernador Salomón Jara, se ha abordado el tema de presuntas anomalías y corrupción en algunas instituciones de educación media superior. Concretamente en el Colegio de Bachilleres –COBAO-; en el Colegio de Estudios Científicos y Tecnológicos de Oaxaca –CECYTEO- y en el Instituto de Estudios de Bachillerato de Oaxaca –IEBO-. Los nuevos titulares han echado de su ronco pecho al respecto.

Se ha mencionado el otorgamiento de plazas de base, la posible venta de las mismas, la contratación de empresas de servicios con costos millonarios, facturación apócrifa y un sinfín de irregularidades. En redes sociales se ha hecho de los ex directivos cera y pabilo. Sin embargo, tal parece que en este circo mediático sólo se trata de exhibirlos. Es decir, la tendencia es una copia fiel del gobierno de la 4T: echarle la culpa al de atrás, cuando apenas se dan los primeros pasos de los nuevos depositarios de la moral pública.

Tal parece que se soslaya la actuación de un área clave en el gabinete estatal: la Secretaría de Honestidad y Transparencia, antes conocida como Contraloría, a quien le compete sancionar y documentar ese tipo de anomalías. Es la responsable de acreditar malos manejos, desvío de recursos, peculado e integrar los expedientes respectivos y, de ser el caso, consignarlos a la autoridad ministerial competente. Es decir, ir más allá del escarnio público, los amagos y amenazas veladas.

Sólo como referencia hay que recordar que, a poco de iniciar la administración del ex gobernador Gabino Cué, en 2011, la información oficial que se canalizaba a medios impresos y electrónicos, mencionaba a 32 ex funcionarios del antiguo régimen indiciados por corrupción. Era la nota cotidiana. Los nombres se echaban, como dijera la socióloga siria, Ikram Antaki, como “huesos a una jauría”. Al final, salvo uno que fue privado de la libertad y remitido a un centro penitenciario, el resto goza hasta hoy de cabal salud.

En mi modesta opinión, si existen los elementos suficientes para sancionar o ejercitar acción penal por enriquecimiento ilícito, peculado, desvío de recursos u otras conductas que hayan afectado al erario estatal, pues que se proceda. Hay que actuar, si la política del actual gobierno es ir a fondo contra la corrupción. Pero no más circos mediáticos y escarnio público que sólo alimenta el morbo. Sin duda alguna, como en las instituciones de educación media superior, hay otras áreas que arrastran resabios de malos manejos y uso indebido de los recursos públicos, como también en los municipios. Hay que ir a fondo, pues. Dejar atrás todo aquello que, como dijera ese gran pensador Isaiah Berlin, huela a prejuicio, dogma o pereza mental. Y no hay que olvidar la ineluctable verdad de la sabiduría popular cuando dice que: los carniceros de hoy, serán las reses de mañana. O, mejor dicho: luego de la borrachera del poder, viene la resaca de rendir cuentas. (JPA)

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