Opinión 

El comentario de hoy, jueves 15 de diciembre 2022

Mucho se ha tratado en los medios de comunicación tradicionales y en las redes sociales, la problemática de la basura en la capital del estado y municipios conurbados. Es obvio que este escabroso tema no termina de resolverse. Gracias a los claroscuros y opacidad al respecto, poco o nada se sabe si existe ya el predio que funcionará como relleno sanitario o los desechos sólidos serán enviados a un destino incierto, pero “certificado”, como dice la información oficial.

Lo cierto es que, el pasado 8 de diciembre se cumplieron dos meses del cierre del tiradero ubicado en jurisdicción de la Villa de Zaachila, sin que se haya dado a los ciudadanos la certeza de que la basura generada llegue a un destino final seguro. La imagen de la capital, del Centro Histórico y sitios emblemáticos como la plazuela de Santo Domingo, donde hoy mutó el comercio ambulante que estaba en el Zócalo, con bolsas de basura como decoración, ha afectado la imagen de la capital oaxaqueña.

Sin embargo, hay en agencias, colonias y calles de la ciudad otro tipo de basura que no puede depositarse en los camiones recolectores. Y es la cantidad impresionante de carros viejos, destartalados, chatarra pues, que propietarios de los mismos mantienen frente a sus domicilios o negocios, cual si fueran monumentos o memoriales. Dicha basura se ha convertido, además, en refugio de malvivientes.

En la calle de Las Rosas, en la Colonia Reforma, hay al menos tres carrozas fúnebres inservibles, sin llantas, el puro cascarón, que han sido abandonadas en la calle. Y ahí están inamovibles desde hace más de un año, cual si fueran aves de mal agüero. Las quejas de los vecinos son sencillamente ignoradas por quienes se presume, vigilan la buena marcha de la ciudad y sus habitantes. Tal parece que ni inspectores ni Policía Vial se han percatado de esta chatarra o sólo han fingido demencia.

El gobierno municipal, de acuerdo al Reglamento que regula la vía pública debe emplazar a los propietarios de esta basura, que la hay en toda la ciudad, incluso en el Centro Histórico, a retirarla o proceder en consecuencia. Mucho se habla del abandono que se percibe en la capital, con baches por doquier, inseguridad y apatía para resolver los graves problemas del casco urbano y el área conurbada.

Es urgente pues hacer algo al respecto. Tenemos la certeza de que en sus recorridos para verificar la permanencia de la referida chatarra que lleva tiempo dando una imagen de abandono a la ciudad, los funcionarios o inspectores habrán de encontrar otras anomalías de las que no se percatan desde sus oficinas y sillones, como la presencia de talleres mecánicos en las banquetas o la apropiación ilegal de la vía pública con conos, cubetas o huacales. (JPA)

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