Opinión 

El comentario de hoy martes 25 de abril

El sábado pasado trascendió la noticia de un enfrentamiento entre San Pedro Mártir Quiechapa y Santiago Lachivía, ambas comunidades del distrito de San Carlos Yautepec. Cinco muertos y decenas de heridos fue el saldo. La lucha por la tierra; los conflictos agrarios y por límites; y la protección de cultivos ilícitos, se convirtieron desde hace mucho en ajustes de cuentas mortales.

Oaxaca es la única entidad del país que aún mantiene decenas, tal vez cientos de problemas de esta naturaleza. Lo que genera indignación es que a veces, para salir del paso, el gobierno salga con el cuento chino de las firmas de acuerdos de paz. La foto de los presidentes municipales, en medio el ejecutivo o el funcionario de mayor nivel. Todos felices y contentos.

La intrincada agenda de conflictos agrarios requiere más que buenas intenciones; más que fotos o despliegues mediáticos. Necesitan la fuerza de la ley. La definición por parte de los tribunales competentes de los respectivos límites de cada comunidad; el análisis de sus títulos de propiedad; la referencia histórica de los mismos y los móviles que provocan muertos y heridos. Y la salida de los diferendos, en pleno respeto al derecho ajeno.

Obvio, no es una tarea fácil. Y sólo se puede lograr en tanto exista voluntad política y disposición de las partes para llegar a arreglos y conciliaciones. En lo personal me sorprende la cantidad de dependencias que ven el tema agrario. La SEDATU, el Registro Agrario Nacional (RAN), la Procuraduría Agraria, la estatal Junta de Conciliación Agraria. No obstante el burocratismo existente y la complicada red de competencias, la violencia sigue entre las comunidades.

Pero hay un factor que incide en que los enfrentamientos continúen con su grave carga mortal: la impunidad. Nunca se consigna o se vincula a proceso, hablando en los términos de justicia actual, a los criminales que, sin miramiento alguno, acribillan a sus vecinos. Que yo recuerde, salvo un presidente municipal, que pasó muchos años en prisión como responsable de un enfrentamiento mortal entre Santiago Amoltepec y Santa María Zaniza, en 1986, no hay casos similares.

Insistimos, las autoridades tratan de salir en la foto con los comisariados, dirigentes comunitarios o autoridades municipales en la foto de la supuesta conciliación, mientras los dolientes velan a sus muertos, padres, hijos o esposos, sin que los criminales tengan castigo. Y ahí se encuentra la hebra de lo que mañana serán las venganzas; los ajustes de cuentas; el cobro de facturas de los hijos ante los criminales que segaron la vida de los suyos. Porque esto también forma parte de los llamados usos y costumbres. (JPA)

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