De paradojas y utopías 

¿Un Estado fallido?

1).- Ad horrorem

El mexicano de a pie ha perdido capacidad de asombro. Se horrorizaba hace años con desmembramientos y degüellos perpetrados por los Zetas o los Cárteles de Juárez, del Golfo o Sinaloa. De los “pozoleros”, que hervían los cuerpos de sus víctimas. Que los metían en tambos y los rellenaban de cemento. Cabezas cercenadas exhibidas por montones. Crímenes masivos. Pero hoy vemos escenas que están más allá de la imaginación o la literatura. Videos de fusilamientos; de abrir en vivo a un policía, sacarle el corazón y comerlo crudo; de desollar un rostro y presumirlo como máscara. Ad horrorem le han llamado. Lo peor, con una impunidad escalofriante y ominosa. Poblaciones enteras de Guanajuato, Jalisco, Michoacán, Zacatecas o Colima, bajo el yugo criminal.

Una cita: “En Sierra Leona, los guerrilleros cortaban la mano derecha de los habitantes de una aldea antes de retirarse. Una niña, feliz porque había aprendido a escribir, pide le corten la izquierda. En respuesta, el guerrillero le amputa las dos. En Bosnia, soldados detienen a una joven con su bebé en brazos. Cuatro chetniks la violan. Cuando terminaron la joven preguntó si podía amamantar al bebé. Entonces, un chetnik decapita al niño y entrega la cabeza ensangrentada a la madre”. (José A. Marina/María de la Válgoma, La lucha por la dignidad, Anagrama, Barcelona, 2001, p.11). La locura de la sangre.

2).- Estado fallido

En ruta para cumplir cuatro años al frente de la presidencia, AMLO sigue culpando a otros del mapa criminal del país. Los neoliberales, los conservadores y Felipe Calderón. Los gobiernos estatales. Loret, Alazraki, Ciro, Aristegui, et allium. Los sacerdotes hipócritas. La comunidad judía. El Estado mexicano atraviesa por una profunda crisis de identidad. Hay una evidente degradación, corrupción y desconfianza popular. Un ejecutivo federal distraído por el béisbol, enajenado en buscar el consenso popular para su proyecto político, con una evidente intención de engañar y sin garantizar la seguridad y la paz social. “Cualquier déspota puede obligar a sus esclavos a cantar himnos a la libertad”. (Marina/Válgoma, op. cit. P. 272)

El asesinato de los sacerdores jesuitas, como los de 121 mil hombres, mujeres y niños en México, devela venganza, terror, villanía y bajeza. En nuestro país –parafraseando a Zygmunt Bauman y Carlo Bordoni- “ya no creemos que el futuro pueda garantizar una mejora en nuestro modo de vida; de hecho, miramos el mañana con inquietud y temor”. (Estado de crisis, Paidós, México, 2020, p. 149). El absolutismo desenfrenado ha alentado que el país esté salpicado de sangre. En contraste, el tema de los pobres, de obras de relumbrón y de los derechos humanos, se ha convertido en algo tópico y políticamente correcto.

3).- Cruel apetito de sangre

La crueldad se ha perfeccionado y estilizado. Michel Foucault cita el caso de Nicolas Bienfâit en el Siglo XVIII, “cochero de profesión, que había matado a su primera mujer a golpes… y a la tercera, le quiso comer el corazón asado en la parrilla”. (La vida de los hombres infames, Altamira/Norden, Buenos Aires/Montevideo, 1993, p. 196). En el país se han detectado casos de criminales que venden tacos de carne humana o, como el asesino serial de Atizapán –oaxaqueño para desgracia nuestra- invitando a la familia a degustar carne de sus víctimas. ¿Será que ha habido una compulsiva reversión a los perdidos consuelos de la animalidad? Porque como George Steiner, estoy convencido de que la crueldad, la codicia y la rapacidad territorial de los grupos criminales, exceden a los del reino animal.

“Tal parece que la política del odio y de la destrución mutua, no tendrá fin”. (Los libros que nunca he escrito, FCE, México, 2011, p. 207). Con un gobierno timorato o cómplice del dominio despilfarrador y depredador de los grupos crimininales, lo único que podemos esperar es que México sea ya un narco-Estado consumado y convencido. Y perdón si abusé. “Mi incapacidad me ha forzado al frugal lirismo de las citas” –M. Foucault dixit.

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

— No hay palabras para manifestar la indignación y el repudio hacia los responsables de la muerte por asfixia y deshidratación de al menos 53 migrantes, 27 mexicanos -2 oaxaqueños- en un trailer abandonado cerca de San Antonio, Texas. No es tiempo de darse golpes de pecho. Aquí mismo, en las garitas de Novillero y La Venta, se cometen las peores bajezas y la connivencia de funcionarios con los traficantes de indocumentados. Preguntas: ¿los programas sociales han inhibido la emigración? ¿Se ha acabado la corrupción en el Instituto Nacional de Migración? Obvimente no.

— Cuando en Morena y sus gobiernos empiecen a discernir la diferencia entre periodismo y propaganda, con certeza tendrán el mejor diario o el más profesional semanario.

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