Opinión 

El comentario de hoy, jueves 5 de octubre 2023

El tema de la crueldad para con los animales, parece ser un rubro marginal, sin importancia e irrelevante. Obviamente no lo es. Sólo hay que ver el repudio generalizado de los mexicanos, que en los medios o en redes sociales, vieron el video de un sujeto que, para intimidar o provocar terror, arrojó a un cazo de aceite hirviendo a un cachorro que descansaba en la banqueta, en Metepec, Estado de México. Poco después, el tipo fue detenido sin más por la Policía.

En Oaxaca, no cantamos tan mal las rancheras. Hay tres casos recientes: un sujeto, seguramente afectado de sus facultades mentales le propinó un machetazo a un perro en la cabeza, en San Antonio de la Cal; otro más, en la Villa de Etla, fue sorprendido arrastrando una mascota en su motocicleta y, la cereza en el pastel la semana pasada: policías municipales de Ocotlán de Morelos, fueron video-grabados cuando atropellan a un perro con su patrulla. No le dan auxilio y lo rematan pasándole las llantas encima.

Para indagar sobre los orígenes de la crueldad hacia los animales, me di a la tarea de hacer lecturas al respecto y encontré reflexiones sin duda valiosas, en uno de mis autores favoritos: George Steiner, uno de los filósofos y narradores más reconocidos en el mundo. Afirma que la conducta hostil del hombre hacia los animales viene desde la época prehistórica. Salvajes o domesticados; sueltos o atados, los animales se convirtieron en víctimas y esclavos del hombre.

El mismo Aristóteles –dice- consideró inverosímil que el animal pudiera poseer la facultad correspondiente a un alma. Y hay tal escepticismo, indolencia y contradicción, que lo mismo se abandona a un perro atado, a un terror enloquecedor y al hambre, cuando sus dueños cambian de casa, que se les honra, ya en la leyenda ya en la crónica, cuando han mantenido su guardia hasta morir de inanición sobre el cuerpo inerte de su amo.

El perro también ha devenido héroe. Los rescatistas que hurgan en los escombros de edificios colapsados o en siniestros, para encontrar sobrevivientes. Y hasta se les hacen homenajes y estatuas cuando mueren en acción. Porque son los perros –según Steiner- los que encarnan la necedad de la devoción total a un ser humano. Además, se intuye que poseen dignidad, lealtad y una resistencia al sufrimiento y a la injusticia, que difícilmente se encuentra en hombres y mujeres. Hasta hace poco se introdujo en algunos sistemas legales de México y, en Oaxaca existe en el Código de Procedimientos Penales, la prohibición de la crueldad hacia los animales en general. Incluso, debe extenderse, hacia la forma digna en que deben morir los que nos proporcionan carne. Sin embargo, es un acertijo revertir tabúes, deseos insanos y violencia descarnada, ya que, si no hay piedad para quitarles la vida a adolescentes y jóvenes, menos la habrá para aquellos que, según nuestros mitos y tabúes, no tienen la capacidad del lenguaje y el raciocinio. (JPA)

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