EL COMENTARIO DE HOY: Jueves 26, noviembre 2015

Desde los años noventa es común escuchar en los discursos oficiales, el trillado tema de la deuda histórica que tiene la Federación con Oaxaca. Desconozco si se refiere a todo lo que nuestro estado ha contribuido para la consolidación del Estado Mexicano a lo largo de la historia o al abandono ancestral en que hemos estado. Fuera una u otra, lo cierto es que pese a lo que se dice –más con afán de resignación que de coraje- seguimos a la zaga de las prioridades del gobierno federal. Dan envidia de la buena las obras carreteras, hidráulicas, hospitalarias, etc., que se llevan a cabo en otras entidades del país. Nosotros seguimos en el triste papel de espectadores del progreso y el desarrollo de otros.

Oaxaca pareciera no formar parte del Pacto Federal. Asemejamos en muchos aspectos ser zona de castigo. Murat llevó una pésima relación tanto con el régimen priista de Ernesto Zedillo como con el gobierno panista de Vicente Fox. Ulises Ruiz no tuvo más tino. Su relación fue tirante tanto con Fox y el reconocimiento del triunfo de Felipe Calderón, prácticamente le salvó el pellejo, luego del conflicto del 2006. En el actual gobierno, la coordinación institucional con Calderón y en los tres años que lleva el presidente Peña Nieto, tampoco ha funcionado.

Vamos pues caminando con tropiezos y sobresaltos. No se ha cuidado la relación con el gobierno federal. Hace un par de años, cuando los maestros de la Sección 22 fueron a la capital del país a realizar su desgarriate en contra de la Reforma Educativa, la principal de las reformas estructurales del gobierno de la República, los ojos inquisitorios de la Federación apuntaron a Oaxaca. Era el eje de la inconformidad; la paja en ojo; la piedra en el zapato. Hasta se presumía financiamiento oficial para su desplazamiento y manutención en el Distrito Federal. Y que nos ponen tache.

Hoy vemos con tristeza que grandes proyectos, viejos anhelos de los oaxaqueños siguen estancados. El saldo de obra pública relevante es negativo. Seguimos pues a la cola del desarrollo nacional y no porque la Federación tenga un adeudo histórico con Oaxaca, que no es más que un mito genial, sino porque nos ha hecho falta enjundia, capacidad y entereza. Cada año escuchamos la misma tonada del presupuesto histórico y la brillante labor de nuestra bancada oaxaqueña en San Lázaro. Pero en el fondo seguimos igual o peor.

Parece pues que nuestro destino es la medianía y el atraso; la pobreza y la marginación. No se ha entendido que por más orgullo que tengamos de nuestro pasado de gloria, el devenir del tiempo no nos ha alertado que sin el apoyo de la Federación, no saldremos adelante.

 

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