El comentario de hoy, jueves 17 de abril:
Oaxaca, aquí lo hemos dicho, es una entidad novelera como pocas en el país. El oaxaqueño común es proclive a festinar la novedad. En los años 80 y 90 del siglo pasado, se abría una discoteca o un restaurante en la capital y todos los demás quedaban en el olvido. Lleno total. Hasta cola para entrar. Se abrió la carretera a Puerto Escondido en marzo de 2024 y miles se volcaron a dicho destino de playa. Accidentes a granel. Parecía un arribazón de tortugas en Escobilla o San Agustinillo.
Poco a poco las novedades, como si fueran castillos de naipes, se van derrumbando. Veamos por qué. Desde su misma inauguración, la citada vía mostró los efectos de la inmediatez y la celeridad. Decenas de tramos siguen en reparación, en virtud de los deslaves o derrumbes. Cuando la circulación dejó de ser libre al instalarse las casetas de peaje, no faltaron quienes consideraron un abuso el cobro.
Siempre se dijo que, una vez puesta en operación, sería un instrumento más del chantaje y la extorsión de organizaciones, transportistas y comuneros. La realidad está a la vista. Es más, se esperan a la temporada vacacional para exhibir su bajeza. Hace dos semanas, comuneros de los Coatlanes tomaron las casetas de cobro durante al menos seis días. Exigen cumplir el ofrecimiento del ex presidente López Obrador de exonerarlos del pago de peaje.
La semana pasada fueron los transportistas de varias empresas –incluyendo los Coatlanes- que, tradicionalmente prestan el servicio a la Costa, quienes buscan acotar o competir con la circulación de autobuses ADO, empresa que ha estado sometida a la extorsión de autoridades y vecinos de Coatlán. Algo nunca visto. Les cobran casi derecho de piso por circular. El mito de la cercanía de la capital a Puerto Escondido, por vía terrestre pues, poco a poco se desmorona, por los intereses personales o de grupo.
Y ha sido, justamente, el relajamiento en la aplicación de la ley lo que ha convertido a nuestras vías carreteras en rehén del chantaje. Desde el gobierno estatal se insiste una y otra vez en que se habrán de privilegiar las sobadas mesas de diálogo o el proyecto ése de “dialogamos no bloqueamos” que, a la mayoría de quienes recurren a este abominable método, sólo les genera hilaridad. Sabidos de la impunidad que permea, afectan por igual a propios que turistas.
Para un importante sector de la sociedad oaxaqueña, ya es tiempo de aplicar la ley. Y es que, los responsables de estos atropellos son grupos de interés claramente identificados que, afectan eso sí, a ese pueblo que, inerme, sigue con sus libertades acotadas y padeciendo los embates de delitos como daño a las vías de comunicación y al libre tránsito. (JPA)