De paradojas y utopías 

#Oaxaca: El chantaje perpetuo

1).- Los titiriteros sexenales

Si existe un paraíso para el desorden, la anarquía y la movilización perpetua, ése es Oaxaca. El bloqueo ya es parte de nuestra identidad originaria. Tiene certificado de autenticidad. Atentar contra el derecho a la libre circulación es el deporte favorito. Cualquier imbécil recurre a dicha práctica. Los manejadores de maestros, normalistas, comuneros, sindicatos, etc., huelen el miedo. Por ello, mueven a placer a sus marionetas. En la actual administración no se ha movido ni se moverá un dedo para aplicar la ley. El terror a no llevar el estigma de “represores” los ha condenado a la pusilanimidad. Días y días de asedio a la sociedad civil les parecen poca cosa. La política es diálogo, diálogo, o más bien, “¡que se pudra Oaxaca!”, como se dijo en 2006.

Hay un desprecio por la ley. El Estado de Derecho es una ficción. Dos síndromes mantienen a la ciudadanía contra la pared. De ambos es inocente y víctima, pero sigue pagando la factura. El conflicto social de 2006 y la supuesta “represión” de junio de 2016 en Nochixtlán. Aquí se aplica la máxima de que “el Estado dirige y controla a sus súbditos, pero en muchos sentidos, los deja a su suerte”. (Zygmunt Bauman/Carlo Bordoni, Estado de crisis, Paidós, México, 2020, p. 28). Vivimos como sociedad alienados y secuestrados; vilipendiados y humillados. Hay frustración y resentimiento. El odio aflora por los poros. La anhelada paz social y el derecho a vivir tranquilos, se han convertido en utopía.

2).- La debilidad del Estado

No basta con decir que existe un clima de desestabilización. Que hay quienes tratan de enrarecer el clima electoral. Que existen mentes perversas que buscan beneficio político o que si son operadores de Morena. Lo que importa es saber es qué hace el gobierno para evitar que temas político-electorales –para elegir gobernador, dirigencia magisterial o rector de la UABJO- se conviertan en látigo para la sociedad. Que si el vocero y mercenario de la S-22, Wilbert Santiago Valdivieso mueve a los normalistas; que si el diputado Daniel Gutiérrez, a) El Depredador de la Sierra Sur, es el cilindrero de la Unión de Ayuntamientos (UASS) y su marioneta, Alejo Bautista Pérez o si la mesa de diálogo fue producto más del miedo que de mantener la gobernabilidad.

Lo que importa saber es el por qué tanta impunidad con estos abusos y atropellos. Es un agravio sentarlos a una mesa de diálogo, cuando han ofendido, destruido y golpeado. Es el caso de los comuneros de Santo Domingo Tejomulco. Se negocia con delincuentes. “Sol Rojo”, Lubizha, CIPO-RFM y los cientos de extorsionadores que están detrás de las 400 o más organizaciones sociales parasitarias, no representan a nadie. Se han colgado de las necesidades de comunidades y lucran con ellas. Hoy, el gobierno les llena las alforjas; mañana vienen por más.

Viven –y muy bien- del producto de las extorsiones, de la presión al gobierno, de poner a la sociedad contra la pared. Somos algo inédito en el país con tanto vividor que manotea, despotrica, bloquea y aparece en fotos oficiales de la mano de funcionarios. Hay complicidad. La lealtad hacia el que manda está en entredicho.

3).- Parálisis injustificada

Un gobierno débil, como representante legítimo del Estado, se niega a sí mismo. Del ex presidente Adolfo Ruiz Cortines aprendimos que para gobernar se necesitan “sesos y huevos”. No actores que –como mucho hemos dicho- “tienen la candidez del pavo, que amanina su plumaje al primer ruido”, -como decía A. Herrerías-. O como repetía un ex gobernador: “¡búsquenles cola, para agarrarlos de ahí!”. El Estado, cual moderno Leviatán es, desde su creación como tal, un panóptico. Ve todo, hurga, escudriña, etiqueta, timbra y espía, a sus ciudadanos. En los estados modernos existe un aparato de inteligencia. Obvio, el gobierno de Alejandro Murat sabe –y bien- quiénes son los que están orquestando esta desestabilización.

¿Por qué no actúa? ¿Para qué sentar tan mal precedente? Porque al menos sus antecesores, Ulises Ruiz y Gabino Cué, que por querer meter orden salieron estigmatizados, lo intentaron. Lo que ya no cuaja es el argumento de que hay paz social y la gobernabilidad está firme, porque el gobierno garantiza “la libre expresión” de los menos, aunque ésta conculque con violencia, el derecho de los más.

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

— Motivo de reflexión el artículo que Martín Vásquez Villanueva, publicó el pasado lunes 7 de marzo en el diario Noticias: “La salud del gobernante”. ¿Qué tan sanos están quienes nos gobiernan, en cuerpo y mente, para tomar decisiones de Estado? AMLO ha padecido dos veces Covid-19 y tiene un cuadro cardíaco preocupante. Nuestros candidatos a la gubernatura registran daños a su salud. Uno, presuntamente un aneurisma cerebral; el otro, un tema cardíaco.

— Con el panfleto dirigido al Parlamento Europeo, AMLO entra a la historia diplomática del país por la puerta grande… pero de servicio.

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