Martín Vásquez acude a Comisión
Hoy es un día emblemático para el pueblo oaxaqueño. Hace nueve años, en el clímax del conflicto del 2006, se dieron hechos penosos y lamentables. Un 25 de noviembre, edificios públicos y casas particulares fueron incendiados por turbas de radicales; de ilusos que soñaron con hacer la revolución; de Panchos Villas, Atencos, Panteras y demás lacras del DF, que se hicieron uno con la APPO y la Sección 22, en su intento por deponer al ex gobernador ULISES RUIZ. El quid del conflicto no fueron reivindicaciones laborales, demandas sociales o la lucha por un cambio radical para abatir la desigualdad, los desequilibrios y la reivindicación de una causa justa. No. Fue un conflicto entre los grupos de poder; un ajuste de cuentas entre la clase política, cuya víctima principal fue el pueblo de Oaxaca, que tuvo que padecer los coletazos de la ingobernabilidad hasta fines de julio de 2007, cuando un nuevo ícono: EMETERIO MERINO, había de imprimirle al movimiento el estigma de la victimización.
Es justamente el período que analiza, valora y sin duda enjuiciará la llamada Comisión de la Verdad, devenida como lo dijimos ayer, en Tribunal de Alzada, la cual es presidida por el padre ALEJANDRO SOLALINDE. Sin embargo, llama la atención la lista de presuntos indiciados. El primero en dar la cara es el ex titular de la Secretaría de Salud, MARTÍN VÁSQUEZ VILLANUEVA, que acudirá hoy a reiterar una verdad que todo mundo puede constatar: su papel en el movimiento fue garantizar que los servicios de salud, en un período de violencia, agitación y sangre, funcionaran de manera institucional. Garantizar el derecho humano a la salud, aún en un territorio minado, como fue Oaxaca en ese período aciago. Y es que pese a los dimes y diretes de sus detractores; de los señalamientos sin fundamento y de los juicios desafortunados, que han pretendido ponerlo en la picota, el tehuano se ha mantenido políticamente a flote.
Hace sólo unos días, en un conocido diario, se abrió de capa para reconocer que aquello que le hace falta a Oaxaca, pero sobre todo a su partido, el PRI, es la unidad, la reconciliación y el reconocimiento tácito de que sólo unidos y viendo hacia adelante los oaxaqueños podremos remontar las adversidades. Diversas opiniones coinciden en que VÁSQUEZ VILLANUEVA, como un oaxaqueño bien nacido, también aspira, porque conoce como pocos la problemática oaxaqueña y los entresijos de la política, en un nivel que no puede compararse a la política rupestre, aldeana y rastacuero que, desafortunadamente, sigue llenando de odio y encono nuestra endeble democracia. (JPA)