De paradojas y utopías 

Los medios: Alucinación y delirio

“Resígnate, León, a sufrir lo indecible con sufrida entereza;
todo hombre si comete excesos, ha de penar la pena”
Heródoto, Las guerras médicas (II), Libro V, 56, p. 76

1).- Democracia en vilo

Hay un viejo dicho que dice que, cuando el río suena, agua lleva. El calificativo de narco-presidente al C. Andrés Manuel López Obrador, no es un despropósito de la derecha, la DEA o de los conservadores. Se ha ganado el mote. El baño de sangre que ha vivido el país de 2018 a la fecha; la omisión ante la crisis de inseguridad que vivimos; la fracasada política de “abrazos no balazos”, dejan entrever posibles compromisos y complicidades. La sabiduría popular: “Piensa mal y acertarás”; “no hagas cosas buenas que parezcan malas”. Además, existe el riesgo de que, en la próxima jornada electoral, el narco tenga mano como la tuvo en pasadas elecciones en una veintena de entidades. No es fortuita la situación de violencia criminal que viven Guerrero, Chiapas y Tamaulipas, entre otros, gobernados por el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Tampoco son fortuitas las concesiones y manga ancha que se le han dado al Ejército y a la Marina. Fuerzas castrenses sumisas ante un país que se desmorona cada día.

El perfil de México como un narco-Estado, cobra mayor vigencia cada vez más. No hace falta ser un erudito para encontrar la hebra de lo que lo hace ser tal. La urgencia de avasallar al Poder Judicial, una vez controlado el Legislativo, no tiene mayor explicación que los síntomas de una autocracia, en la que el narcotráfico siente las bases para co-gobernar. En sus lapsus linguae AMLO lo ha mostrado una y otra vez: “los delincuentes tienen derechos humanos”, “no vamos a enfrentarlos como en el pasado”, “la política de seguridad no cambiará”, “los vamos acusar con sus mamás”, “cuando el ex ministro Zaldívar presidía la SCJN, le ayudaba al gobierno”, “The New York Times es un pasquín inmundo”, etc. Hacer de la ley una ficción y oídos sordos de las desapariciones, de las masacres, no es omisión: es complicidad. Tampoco las visitas a Badiraguato son ocurrencias: forman parte de un plan bien orquestado de evidente gratitud a la maña.

2).- País fracturado y enconado

El discurso presidencial ha alentado el encono, el odio y la división. “¿Cuál será el límite de las discordias? –se preguntaba hace más de dos milenios el historiador Tito Livio-. ¿Es que algún día se podrá contar con una sola Nación; algún día nuestra patria podrá ser la de todos?” (Historia de Roma, Tomo I, Libro III, 67.10, p. 332). “Entonces la discordia, penetrando por la muchedumbre, arrojó en medio de ella el combate funesto para todos” –dijo Homero-. (Ilíada, Canto IV, 422, p. 81). Lo escuchamos día a día. El quid es mentir, descalificar, minimizar, culpar al de atrás, lavarse las manos. Todos somos culpables del remedo de país democrático en que se ha convertido México, menos uno: López Obrador. La marcha multitudinaria del pasado 18 de febrero, no es un elemento más al que haya que descalificar: es el grito de millones de mexicanos que exigen elecciones libres; que piden un alto a los excesos, inseguridad, corrupción, impunidad, dispendio, violaciones a la ley e intromisión presidencial para favorecer la continuidad de su partido; los abusos de los “trivagos” López Beltrán y seguir polarizando a los mexicanos.

Empero, más allá de filias y fobias partidistas; de querencia o malquerencia al presidente de México; de lo viable o inviable de su propuesta de reformas o del despropósito de desaparecer a los órganos autónomos como un golpe certero a las instituciones democráticas que se han construido con la sangre y el sacrificio de los mexicanos, la divisa es unificar a los mexicanos, respetar la división de poderes, el Pacto Federal y la Constitución. Hay en el imaginario colectivo una gran inconformidad que no ha sido opacada por los programas sociales y clientelares. El país se desmorona entre la discordia, el crimen y la soberbia presidencial.

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

— Todo apunta a que el presidente municipal de la capital, Francisco Martínez Neri, en la búsqueda de reelegirse, tira algunos lastres. El primero, es el ex guerrillero Felipe Edgardo Canseco Ruiz y sus operadores ex panistas. Aunque suene paradójico, ¿saben quién será su coordinador de campaña? Ni más ni menos que Amador Jara, que dejó en el camino a su hermano Noé Jara y a su frustrado aspirante, Luis Alfonso Silva Romo. De cualquier forma, todo queda en familia.

— La transición del sector salud a IMSS-Bienestar en Oaxaca, reconocen algunos, no ha sido algo terso. En principio, la cloca que sigue permeando en los SSO, a cargo de Alma Lilia Velasco, la oposición del dirigente de la Sección 35 del SNTSA, Omar López Sánchez y los boyantes negocios, en los que dicen, estaría la mano del “Demonio de Tasmania”, Flavio Sosa, siguen viento en popa.

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