El comentario de hoy… noviembre 17 de 2015

Al islamismo, dice un conocido sociólogo alemán, no le interesa buscar soluciones al dilema del mundo árabe; se limita a la negación. Se trata de un movimiento apolítico en sentido estricto, pues no plantea ningún tipo de reclamaciones negociables. Desea, en términos explícitos, que la mayoría de los habitantes del planeta, conformada por infieles y renegados, se rinda o sea exterminada.

Francia está hoy en la mira, como el 11 de septiembre de 2001 lo fue Nueva York o marzo de 2004, lo fue Madrid. El video reivindicativo de estos atentados, de Al Qaeda, mostró de cuerpo entero, la ideología y el fanatismo: “vosotros amáis la vida, nosotros amamos la muerte, y por eso venceremos”. El triunfo del islamismo es que no sólo se elimine a otros sino también a sí mismos.

Para entender el fundamentalismo islámico consultamos al sociólogo español Manuel Castells, quien afirma que Islam en árabe significa estado de sometimiento y un musulmán es aquel que se ha sometido a Alá. La primacía de la religión, por encima de todos, está bien delimitada en El Corán, incluso sobre la autoridad política. Para vencer a las fuerzas impías e infieles, el mundo musulmán ha desatado la yihad, una especie de guerra santa.

En esa cruzada violenta, no importa si los caídos son inocentes; si son niños o mujeres: ancianos o discapacitados. La lucha es contra todo y contra todos. Miles han sucumbido en esa guerra de la sinrazón; del fanatismo. Hassan al Bana, fundador de la Hermandad Musulmana, asesinado en 1949, lo dijo en pocas palabras: “El Corán es nuestra constitución, el Profeta es nuestro guía; la muerte por la gloria de Alá es nuestra mayor ambición”. El fin último de todas las acciones humanas debe ser el establecimiento de la ley de Dios sobre el conjunto de la humanidad, para poner fin a la oposición entre DAR AL ISLAM –el mundo musulmán- y DAR AL HARB –el mundo no musulmán-.

Esto puede ser una breve reseña de lo que ocurre en el mundo actualmente, desde la perspectiva del fundamentalismo islámico. ¿Hacia donde exactamente se encamina a través de la violencia y la muerte? Es difícil entenderlo. Su visión del dolor y el sacrificio es distinto al del mundo occidental. Sin embargo, lucha que no conduce a ninguna parte es inútil. Hoy que el mundo se mantiene en expectación por los hechos ocurridos en Francia, sólo hay que decir, que el miedo ante lo imprevisible sigue teniendo al mundo en vilo.

En Europa y el Medio Oriente existen los fantasmas del exterminio. En México no nos salvamos. Aquí tenemos otros, cuyo afán no es precisamente religioso ni el fanatismo, sino el poder y el dinero. Por ello, la legalización de la marihuana, hoy en el debate nacional, podría cambiar en breve el estado de cosas y devolvernos, algún día la paz y la tranquilidad que nos fueron arrebatadas. (JPA)