El comentario de hoy, martes 2 de diciembre 2024
Si bien era de esperarse desde hace meses, finalmente la Sexagésima Sexta Legislatura local le dio la estocada fatal a lo poco que quedaba del Instituto de Acceso a la Información que, desde 2021 se transformó en lo que se llama OGAIPO. Para concretar el golpe a lo que ganó la voluntad ciudadana desde 2001, aprobó con el voto de 38 representantes populares, una enredada dupla de leyes, producto seguramente de la mente calenturienta de algún leguleyo.
Usted juzgue. Se aprobó la Ley de Transparencia, Acceso a la Información Pública con Sentido Social y Buen Gobierno. Además, la Ley de Protección de Datos Personales en Posesión de Sujetos Obligados en el Estado de Oaxaca. ¡Ufff! Con ello crearán un nuevo órgano, el cual dejará su carácter ciudadano, para convertirse en un ente burocrático que quedará subordinado a la Secretaría de Honestidad, Transparencia y Función Pública. Es decir, será una oficina más del Poder Ejecutivo.
Desde el inicio del régimen llamado de la transformación en 2018, comenzó una escalada en contra de los órganos autónomos. Uno de ellos fue en Instituto Nacional de Acceso a la Información -el INAI-. El nuevo régimen no podía permitir que hubiera un órgano, el cual, mediante una simple solicitud, cualquier ciudadano podía pedir información sobre el uso o abuso del gobierno del presupuesto o la asignación de obras, entre otras.
La filosofía para desaparecer dicho órgano era que, en cualquier país democrático, el ciudadano tiene derecho a saber. Pero no aquí. Todas las dependencias federales y estatales tenían una plataforma de información, a la que se podía acceder, consultar y, en el caso de los medios de comunicación, informar de ello a la sociedad. Sólo podían mantenerse en reserva, temas vinculados con la seguridad nacional o asuntos judiciales.
Pero, ¿qué ocurrió? Todo lo relativo a las obras emblemáticas: Tren Maya, Aeropuerto Felipe Ángeles, Refinería Dos Bocas y muchas obras más, la información fue catalogada como “reservada”. Licitaciones multimillonarias, beneficiarios, empresas o funcionarios, fueron protegidos con el manto del silencio y la impunidad.
Es decir, arribamos a una era de opacidad, discrecionalidad y corrupción sin control. Todo lo contrario que animó a los promotores originales que formaron en 2001 el “Grupo Oaxaca”. ¿Cuántos diputados y diputadas locales saben el origen de la Ley y de los institutos de transparencia, que han desaparecido con su voto? Torpeza e ignorancia; frivolidad, derroche y fanatismo es lo que caracteriza a nuestro Congreso local.
La rendición de cuentas y el acceso oportuno a la información pública quedará a juicio de los gobiernos. Se trata de un vergonzoso retroceso democrático. (JPA)

