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El comentario de hoy, jueves 4 de diciembre de 2024

Este 2025 se cumplieron 38 años de que el Centro Histórico de la Ciudad de Oaxaca fuera reconocido por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura -UNESCO-, como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Pese a tratarse de un reconocimiento que tiene un gran significado, ya es común que el mismo pase desapercibido o sea minimizado por administraciones estatales y municipales y aún por dependencias que dicen preservar los monumentos históricos.

Gobiernos van y gobiernos vienen y dicho espacio citadino sigue como rehén del vandalismo, la ignorancia y la anarquía. Hace poco, el portal Zona Roja publicó un video en donde un sujeto, marro en mano, golpea una enorme punta metálica sobre las lozas de cantera frente a la Catedral, con el fin de afianzar módulos para un evento de carácter político. No obstante, la cantidad de personas que vieron el video, lo que indica preocupación o indignación ciudadana por ese hecho, ninguna autoridad aplicó la ley vigente, en materia de sitios históricos.

No es la primera vez que ello ocurre ni de lo único que hay que preocuparse. Nuestro Centro Histórico, a diferencia de otras ciudades también reconocidas como Patrimonio Cultural, tiene los síntomas propios del abandono y la anarquía. El comercio en la vía pública sigue como uno de los problemas que lejos de resolverse parece ir creciendo. Con el argumento de que somos una ciudad turística, aunque sea sólo un ardid, hay que darse una vuelta por la noche para probar que asemeja un gigantesco congal.

En efecto, se trata de tener un espacio vivo no un cementerio silencioso. Sin embargo, además del ruido de música de banda que se escucha en los antros, sólo lo acompaña el de los ambulantes vendiendo su mercancía o el claxon por los embotellamientos viales. Mucho se presume la realización de eventos culturales para el pueblo, que no se ven por ningún lado.

Desde que desaparecieron por alguna torpeza política los conciertos de la Banda de Música o de las Marimbas del Estado, la zona del Zócalo y la Alameda de León perdieron una parte importante de su encanto. Una vez más se pone de manifiesto la falta de leyes y reglamentos para la salvaguarda de nuestro Centro Histórico, ese bello exponente que nos legaron las generaciones que nos antecedieron y cuya salvaguarda es nuestra corresponsabilidad.

Ello no obsta para que las autoridades no cumplan con su tarea, sin olvidar otros grandes problemas que arrastra la ciudad, como la inseguridad, la gentrificación y el crecimiento urbano desmedido, a cuya solución sólo se le dan largas. (JPA)

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