Opinión Portada 

El comentario de hoy, jueves 4 de abril 2024

Las grandes y menores obras carreteras, como es el caso de la vía Barranca Larga-Ventanilla, traen consigo en el corto y mediano plazo efectos colaterales. Las viejas rutas han quedado en el olvido y, aquellas comunidades, cuyos empresarios locales y familias sobrevivían de los servicios, tendrán que bogar contra corriente para poder sobrevivir. Las carreteras Oaxaca-Puerto Ángel o Oaxaca-Puerto Escondido, serán sólo resabios de historias pasadas.

Desde antes de terminarse, con todos sus asegunes, el tramo Oaxaca-Barranca Larga, los libramientos dejaron al margen a poblaciones como Ocotlán de Morelos y Ejutla de Crespo. Aun así, quienes transitaban hacia Pochutla y Huatulco por la carretera 175, pasaban por Miahuatlán, San José del Pacífico y podían disfrutar de esa bella zona boscosa de pinos y ocotes. Es decir, lo que han dejado en pie los depredadores forestales que siguen con su infame labor.

Sólo quienes con fe querrán visitar el santuario de Nuestra Señora de Juquila lo harán por la antigua carretera. Y habrán de padecer la penitencia de una vía en mal estado, golpeada y con cientos de topes. Pero las poblaciones ubicadas en el trayecto, quedarán, asimismo, en un parcial olvido. Espero no ser pesimista. El suplicio de quienes hacían la ruta hacia Puerto Escondido se ha trastocado en el Edén de una carretera, con la que los amantes de la playa, estarán frente a las azules aguas en menos de tres horas, saliendo de la capital.

Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. Nuestro destino de playa populachero avanza a pasos agigantados hacia la gentrificación. El periódico español “El País” publicó la semana pasada un interesante reportaje. A sus añejos problemas de tenencia de la tierra, despojo ancestral, falta de servicios, contaminación, inseguridad y otros, se agrega el turismo de masas. En 2022 los visitantes extranjeros se incrementaron en un 145 por ciento, respecto a 2021, dando lugar en paralelo a un boom en la construcción.

Cita al propietario de un restaurante quien reconoció que luego de la inauguración de la carretera, el stock de insumos para su negocio, para un mes, se agotó en un día. La carencia de infraestructura, de servicios, vialidades, estacionamientos, agua y otros, ya mostró en la pasada Semana Santa los efectos nocivos de la anarquía y la inmediatez. Un reto para el gobierno de la Primavera Oaxaqueña, la elaboración de un plan maestro de desarrollo, antes de que este nuevo Acapulco de los habitantes de la Ciudad de México, en los años 70 del Siglo XX, sea un verdadero caos. (JPA)

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