EL COMENTARIO DE HOY… jueves 3 de diciembre
El pasado 25 de noviembre se cumplieron nueve años, prácticamente del cierre del primer capítulo del conflicto del 2006. Un episodio que nadie que se asuma cuerdo quiere repetir. A la sociedad oaxaqueña le ha quedado claro el triste papel que representó la Sección 22 como instigadora del conflicto y lo ha palpado hoy mismo, con la negativa de este sector retrógrada a la evaluación y a la Reforma Educativa. En ese año como ahora, el magisterio sigue siendo un factor de inestabilidad y de desafío a la gobernabilidad.
Sin embargo, paradójicamente al propósito de miles de oaxaqueños de darle vuelta a la hoja; de trascender ese episodio vergonzoso y en extremo doloroso, hay quienes al frente de membretes se empeñan en reabrir heridas y en el triste papel de fiscales ex officio, llaman a cuentas a quienes sus pesquisas han ubicado en el papel de sospechosos o indiciados. Nos referimos a la llamada Comisión de la Verdad, que preside el padre Alejandro Solalinde.
Si bien es cierto que la amnesia es un mal de los tiempos actuales, sobre todo en la política, hay que recordar que la citada Comisión y el decreto que la crea, fue una respuesta a la presión que ejerció la dirigencia de la Sección 22, en su soterrada cantaleta del castigo al Tirano. No fue ni una demanda de la sociedad civil ni, mucho menos, una necesidad apremiante de los oaxaqueños, principalmente de aquellos que tratan de mirar hacia delante, que urgen de la unidad y la reconciliación entre todos los que habitamos este terruño.
¿A qué pues reabrir heridas, en vísperas de tiempos electorales y más aún de un tema que hasta la misma Suprema Corte de Justicia de la Nación, resolvió en su momento? ¿Acaso se pretende llevar a juicio a los presuntos responsables, ante tribunales oficiosos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que ve en la victimización de unos, la prueba fehaciente de la culpabilidad de otros?
Como oaxaqueño no tengo menos que deplorar del protagonismo burdo de dicha Comisión; de su insana intención de seguir arando en el trillado surco del encono, el odio y el resentimiento, y no en el de la unidad y la reconciliación. Si la máxima aquella de ni perdón ni olvido que tanto sirvió al magisterio y a la APPO para incendiar Oaxaca sigue vigente, no hay que olvidar que a los ojos de México, cualquier medida de fuerza hubiera sido mejor que seguir como hoy, bajo la amenaza permanente de un magisterio parasitario que se reivindica cada día, como el enemigo más pernicioso del pueblo.
¿Cuánto tiempo seguirá vigente el membrete a que nos referimos, si a este régimen no le queda sino justo un año? Sinceramente no creo que mucho tiempo.