Opinión Portada 

El comentario de hoy, jueves 13 de febrero 2025

En los viejos cánones de la política mexicana, la llamada Glosa de los informes de gobierno, que hacía comparecer a los titulares de las secretarías y entidades ante los y las diputadas, eran motivo de gran expectativa ciudadana. Su presencia era para ampliar la información gubernamental de sus respectivas áreas, ante los llamados representantes populares. Es decir, habría que ampliar todo aquello que el jefe del ejecutivo, por la razón que fuera, no había abordado en su tradicional mensaje o escrito.

Era típico ver el recinto legislativo a reventar. Amén de invitados especiales, funcionarios de menor jerarquía y los mismos legisladores. Era clásica la presencia de cercanos al titular pasando tarjetas informativas o coadyuvando a dar respuestas precisas ante las puntillosas preguntas de diputados y diputadas. Las comparecencias eran verdaderos debates, incluso de los mismos legisladores afines al partido de los comparecientes, que así fingían cumplir medianamente con su papel.

Desde hace al menos tres sexenios, dichas comparecencias fueron perdiendo su esencia. Se convirtieron en un mero formulismo. En principio, eran consideradas sólo un trámite. El gobernador rendía su informe a mediados de noviembre y, su gabinete era citado a veces, hasta el mes de enero –o febrero como en este gobierno- si no es que, definitivamente cancelaban su presencia. Eso, sin embargo, era preferible al circo burdo, complaciente y penoso de las recientes comparecencias en el edificio legislativo de San Raymundo Jalpan.

El hecho de que el Movimiento de Regeneración Nacional -Morena- y aliados tengan una mayoría aplastante, hizo de la presencia de las y los miembros del gabinete, un ominoso sainete. Como si fuera campaña política, hubo quienes se hicieron acompañar de verdaderas turbas de seguidores, bandas de música, porras y aplausos. Para la mayoría de comparecientes y legisladores, todo va viento en popa en el actual gobierno. Nada qué mejorar. Pura honestidad. Los corruptos fueron los del pasado. Aquí no pasa nada.

En seguridad vamos en primerísimos lugares. Seguimos en un honroso quinto lugar en el país. Los campesinos oaxaqueños ya pueden ubicarse como los más productivos. Producen tanto que no tienen necesidad de irse de mojados a los Estados Unidos. En turismo no se diga. Los viajes ilustran y estamos mejor que la Riviera Maya, la Nayarita y Los Cabos. Para el titular del IEEPO, exhibido por gastar cientos de millones de pesos en renta de edificios de lujo, la culpa de la crisis de la educación pública la tienen los del gobierno pasado.

Todos y todas salieron casi en andas o en hombros como los toreros. La simbiosis entre el poder ejecutivo y el legislativo, ha hecho la dupla perfecta. El ejercicio de la gestión pública se ha convertido en algo banal, intrascendente. Ante el brillo de los y las funcionarias del gabinete, sólo nos queda aplaudir hasta el cansancio, doblarnos de dolor o morirnos de risa. (JPA)

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