De nuevo los farsantes y demagogos
¿Conoce usted algún grupo indígena, de nuestra riquísima variedad pluricultural y étnica, cuyo orgullo originario es vivir con la mano extendida? Lo adivinó. Son los triquis, que ya se acostumbraron a vivir de la dádiva oficial. El caso de los supuestos desplazados es patético.
Un insulto a cualquier intento de reivindicar la identidad perdida de este grupo étnico, violento, vividor y farsante. Se inventaron un supuesto desalojo en la madrugada del lunes 19 de octubre. Desde luego que no lo hubo puesto no había nadie en los dos accesos del Palacio de Gobierno. Sólo había unas mantas colgadas en la puerta de entrada al Museo de la Diversidad, en la primera calle de Flores Magón. BRAULIO HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ y MARCOS ALBINO ORTIZ lo reconocen. “Nos madrugaron”, expresaron.
Pero vienen las quejas y la negación de todo. Lamentablemente los triquis se acostumbraron a medrar a expensas del gobierno y así quieren seguir. ¿Qué va a pasar cuando les den sus casas construidas? ¿Pedirán que se las amueblen, que les paguen la luz, el agua y hasta las tarjetas de celular? ¿Continuarán las despensas e insumos que ellos niegan, pero que sí reciben puntualmente? ¿En verdad, quieren volver a vivir en San Juan Copala, ocupar ahí sus pertenencias y contar con una casita en la ciudad? ¡Vaya cinismo! No hay que olvidar que exigen que les construyan un temascal y un sitio para realizar oración. Es por supuesto, no solamente la genial impostura sino además, el mejor negocio para los titiriteros.
Ya es común que digan que no hay diálogo con el gobierno. Sin embargo, hay que espetarles en la cara que es gracias a las mesas de negociación que se han llevado a cabo en la Secretaría General de Gobierno, encabezadas por su titular, ALFONSO GÓMEZ SANDOVAL, como han conseguido los terrenos, los proyectos de vivienda y hasta se ponen de acuerdo con los vendedores de los lotes. ¿Desean regresar a su tierra? Sí y no. Es el problema de los pueblos indígenas enfrentados con hermanos de sangre, que en el caso de los triquis desplazados se ha vuelto un caso especial, que requiere además de las medidas cautelares y otros apoyos, de la asistencia de profesionales de la antropología social, sociología y psicología social para orientarlos y acompañarlos. No todo son derechos humanos, que son fundamentales, también las ciencias sociales pueden hacer mucho. Ésta es pues, parte de la historia negra de los triquis, los falsos desplazados y sus manejadores, cuya ambición no tiene límite. (JPA)