De paradojas y utopías 

AMH: La tragedia a cuestas

1).-Masacres y vendettas

De principio a fin, Alejandro Murat ha gobernado en medio de la desgracia. Ningún régimen del que haya datos, ha traído así, materialmente, el Santo de espaldas. Por ejemplo, sólo en hechos de sangre, a Jesús Martinez Álvarez, como gobernador interino, le brincó la muerte de al menos una veintena de policías estatales, a dos fuegos entre Yaxe-Chichicapan; a Diódoro Carrasco, le reventaron los hechos violentos de la guerrilla del EPR en Loxicha, La Crucesita y Macuilxóchitl y a José Murat, la masacre de Agua Fría, con sus 26 muertos.

A Ulises Ruiz le explotó el conficto político y social del 2006 y  a Gabino Cué, el affaire en Nochixtlán. Murat Hinojosa carga con varias masacres. Las más sonadas: San Pedro Mártir Quiechapa, luego del ataque de vecinos de Santiago Lachivía; los 13 embocados de Santa María Ecatepec por San Lucas Ixcotepec y, la cereza en el pastel, los 15 masacrados en Huazantlán del Río, San Mateo del Mar, entre otras. Pero hay más.

2).- Sequías, sismos y huracanes

En 2017, a escasos cuatro meses de iniciar su periplo gubernamental, la sequía se abatió sobre territorio oaxaqueño. Luego vendrían los huracanes con su carga de destrucción y, finalmente, el sismo de 8.2 grados, del 7 de septiembre, que devastó la región del Istmo de Tehuantepec. La reconstrucción, a casi cinco años de distancia, aún no concluye. El 16 de febrero de 2018, otra sacudida de 7.2 grados fustigó a comunidades de la Costa. En la premura por verificar los daños, el helicóptero de la SEDENA en que viajaban Murat y el entonces titular de la SEGOB, Alfonso Navarrete, se desplomó en Santiago Jamiltepec. Al menos 13 muertos y 15 heridos. Ni el sismo dejó tanto cadáver.

Detrás vendrían los siniestros del 19 de septiembre de 2019 y el del 23 de junio de 2020, de 7.5 grados, que devastó la zona de Ozolotepec, hoy de nuevo lacerada. Y el pasado 30 de mayo, como si no nos hubiéramos chutado tanto desastre, el hucarán “Agatha”, categoría 2, entró por San Pedro Pochutla, en la costa oaxaqueña, dejando una estela de desolación, destrucción y muerte en la zona costera y la Sierra Sur, ya de por sí lastimada por el sismo citado y el abandono gubernamental.

3).- ¿Y la pandemia?

En 2020, algunos oaxaqueños creímos que luego de tres años de sobresaltos y desgracia, al fin se haría realidad “el modelo oaxaqueño” y  el “gobierno de resultados”. Y la aplicación de los 3 mil 500 millones solicitados a la banca privada y autorizados por la LXIV Legislatura. Pero no. Seguimos lamiendo la coyunda de la tragedia. En marzo se decreta la emergencia sanitaria por la pandemia de Covid-19. Aislamiento, home office, el mismo ejecutivo estatal y funcionarios contagiados. Una experiencia nunca vivida. Parálisis gubernamental y el dolor de perder amigos, compañeros, familiares. Más de 6 mil oaxaqueños han fallecido por el virus.

La contingencia se ha prolongado hasta el primer semestre de 2022. Y ya tenemos encima la quinta ola de contagios. La queja ciudadana: no hay obras. ¿Y alguna emblemática que lleve el sello de AMH? Ninguna concluida, pero se trabaja contra el tiempo en “Símbolos Patrios” y el “Circuito Interior”. Del Centro Cultural mejor ni hablar. Sólo están los cimientos. Ya resulta ocioso hablar de las carreteras a la Costa y al Istmo, con las que AMLO le estuvo pasando el dedo por la boca a nuestro gobernador. Éste sólo hizo la talacha. Otro se colgará los lauros de la gloria. ¿Valió la pena entregar la plaza y echarse a los brazos del “cabecita de algodón”? Por supuesto que no. Hasta hoy, no ha puesto un peso más del que tiene autorizado Oaxaca en el PEF. Y sigue en su eterna campaña.

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

— Aunque en los partidos políticos y en el círculo cercano del gobernador electo, Salomón Jara, se ha minimizado el brutal abstencionismo cercano al 62%, es una muestra del desprecio de la ciudadania por la política y los procesos electorales. No es poca cosa. No está en tela de juicio la legalidad del proceso sino la legitimidad que da el voto de las mayorías.

— Todo indica que en la Confederación Internacional de Trabajadores (CIT) y sus dirigentes: el senador nacionalizado canadiense, Napito Gómez Urrutia e Hipólito Rojas en Oaxaca, no han entendido lo que dijo AMLO de los grupos criminales: “lo que provoca muertos, son los enfrentamientos. Si hay un grupo fuerte –como en Sinaloa- ahí no los hay”. Aquí parte el queso CATEM, que es exactamente igual a un Cártel violento y criminal.

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