Violencia de género como fenómeno relacional
Recensión del artículo de Rojas-Solís, J. L., Guzmán-Pimentel, M., Jiménez-Castro, M. P., Martínez-Ruiz, L., & Flores-Hernández, B. G. (2019). La violencia hacia los hombres en la pareja heterosexual: una revisión de revisiones. En Ciencia Y Sociedad, 44(1), 57-70. https://doi. org/10.22206/cys.2019.v44i1.pp57-70.
Introducción.
En el mes de abril recibí la invitación de participar en los servicios de Telebachillerato Comunitario en el estado de Oaxaca, México. La invitación era para coadyuvar a consolidar los inicios de una nueva Dirección General para administrar los servicios que ofrecen 99 planteles en la entidad.
Mas allá de las tareas burocrática necesarias e indispensables, mi labor como responsable del área académica me llevó a dialogar con algunos docentes sobre la instrumentación del nuevo modelo curricular. El diálogo nos llevó a considera aspectos que, aunque no tenían que ver directamente con los contenidos formales y su estructura actual, derivaban de ellos y presentaban un panorama donde los problemas de género adquirían cierta importancia.
Dicha apreciación se fortaleció cuando funcionarios del organismo coordinador de la educación media superior en Oaxaca, me propusieron diseñar una intervención pedagógica para prevenir la violencia de género, particularmente hacia las mujeres, que en ese estado es un fenómeno grave.
El diseño se pensó como un dispositivo pedagógico, es decir, un conjunto de reglas y procedimientos orientados a: 1) hacer explícitas las expectativas de los chicos y chicas en sus interacciones como compañeros, amigos, familiares, novios, etc. en la escuela 2) establecer dichas expectativas como normas de convivencia 3) autoobservar periódicamente el comportamiento de los sujetos en la interacción cotidiana, 4) difundir el propósito en la comunidad de entorno y 5) modificar las reglas toda vez que las razones del cambio fueran argumentadas y sustentadas en la experiencia del propio grupo.
El nombre dado a nuestra propuesta fue: “Pedagogía de la armonía de géneros”, porque en primer lugar, aunque enfatizaba la prevención de la violencia contra las mujeres, no se limitaba a eso. Un supuesto importante fue que la violencia de género debe verse de una manera relacional, en la que los sujetos de la interacción contribuyen a ser víctimas o victimarios, sean mujeres u hombres.
La utilidad del enfoque relacional se puso de relieve en los estudios poscoloniales al criticar un enfoque de investigación que Edward Said llama la “ley de la división”, una forma de pensamiento binario que elimina el papel de los márgenes en la constitución del núcleo, es decir, pasa por alto el carácter relacional de los objetos, las identidades y los procesos sociales. Este enfoque sería un efecto epistémico producto de la cultura del imperio.
La idea de abordar la violencia de género con un enfoque relacional es importante para el avance de la investigación científica del problema y de eso me ocuparé en los comentarios al artículo del Dr. Jorge Luis Rojas Solís y colaboradores, y que utilizo como subtítulo de este artículo.
Principales características del fenómeno de Violencia hacia los hombres (VhH).
Afirman los autores del artículo en comento que en las últimas décadas se ha observado un gran auge en torno a posturas ideológicas y teorías que implican diversos factores, características y tipos de conductas que existen en la violencia hacia la pareja y la violencia doméstica, aspectos que son descritos y utilizados de diversas maneras, a veces sin una definición clara o un uso indistinto para referirse al mismo fenómeno.
En ese contexto, aparecen algunas variantes de violencia tales como:
1) La violencia de género, la cual hace referencia a aquella ejercida por hombres hacia mujeres, pero no aquella que pudiese ocurrir de mujeres hacia hombres o sobre otras mujeres (Adam, 2013; González, 2016).
2) La violencia basada en el género, la cual implica relaciones de poder asimétricas donde existe desigualdad y estereotipos, afectando principalmente a mujeres, pero con la posibilidad de que haya hombres víctimas (Zambrano, Perugache & Figueroa, 2017).
3) La violencia doméstica, que puede ser vista como un acto abusivo para ejercer el poder y el control sobre otros.
4) La violencia hacia la pareja, que se puede entender como cualquier conducta en las relaciones íntimas, actuales o pasadas, que cause daño físico, psicológico o sexual a un miembro de la díada (Centers for Disease Control and Prevention, 2017; World Health Organization, 2018), sin importar su sexo, de modo que se debe considerar que ambos pueden desempeñar tanto el rol de perpetrador como el de víctima.
Los autores señalan que algunos estudios han permitido identificar que tanto hombres como mujeres pueden ser violentos dentro de una relación (Kumar, 2012). De acuerdo con Cheung, Leung & Tsui (2009), Hines & Malley-Morrison (2001) y Tsui (2014), la VhH se presenta en diferentes formas; estas pueden ser físicas, sexuales y psicológicas.
En comparación con los otros dos tipos de violencia, las agresiones psicológicas por parte de las mujeres hacia los hombres son las que se presentan en un nivel más alto, causando un impacto negativo que recae significativamente en las emociones de los sujetos masculinos y su conducta (McHugh, Rakowski & Swiderski, 2013; Randler & Graham, 2011; Stockdale, Tackett & Coney, 2013).
Por otra parte, los autores destacan que las denuncias de la población víctima en los departamentos de justicia penal son escasas, ya que los hombres se muestran renuentes a reportar dicho abuso. Cabe señalar que las autoridades encargadas de proporcionarles un servicio de protección no hacen válidas sus declaraciones o, simplemente, las ignoran (Barber, 2008; Shuler, 2010).
Una primera conclusión del estudio de referencia es que el motor en este fenómeno es el poder y se estructura a través de la desigualdad entre los sexos (Alencar-Rodrigues & Cantera, 2012).
No me detendré en la metodología del estudio para ganar espacio en la descripción de sus principales resultados.
La VhH ha sido vista como una situación en la que únicamente el ámbito privado de la pareja es el involucrado; sin embargo Shuler (2010) sugiere que el fenómeno se estudie como un problema social.
Para los varones afectados por sus parejas femeninas es difícil aceptar que son víctimas de violencia, lo cual hace que llegue a experimentar sentimientos de culpabilidad, debilidad, vergüenza, miedo y una tendencia a querer mantener su masculinidad incuestionada (Barber, 2008; Holtzworth-Munroe, 2005; Kumar, 2012; Tsang, 2015; Tsui, 2014).
Se ha señalado que un mecanismo de defensa hacia la VhH es subestimar o negar el daño que se experimenta, al considerar la perpetración femenina como una broma e incluso hablar al respecto con tintes de humor. Otra forma de hacerle frente es la simplificación de sus emociones, lo que podría llevar a los varones al aislamiento y a presentar baja autoestima.
Algunas de las razones por las que algunos hombres no acudirían a solicitar ayuda son el temor a que su testimonio no sea considerado verídico, la manipulación de la información por parte de las mujeres a favor de ellas, la confusión emocional, y debido a que muchos de ellos han sido arrestados o amenazados con catalogarlos como los iniciadores de los actos violentos (Barber, 2008; Machado, 2017; McCarrick, 2015; Shuler, 2010; Tsang, 2015).
Entre los mecanismos empleados por las mujeres para violentar a los varones es que las víctimas masculinas reciben amenazas, insultos y tácticas de control por parte de su pareja. Barber (2008), Hines & Douglas (2009), Machado (2017) y Tsui (2014) sugieren que, al ser las mujeres las iniciadoras de la violencia, en ocasiones pueden arrojarle un objeto, golpearlo con un vehículo, morderlo y usar un arma contra él, provocándole lesiones físicas, tales como heridas y golpes graves.
Consecuencias.
Los hombres víctimas de violencia de pareja pueden llegar a presentar diversas consecuencias, entre ellas el hábito prolongado de consumo del alcohol y otras sustancias nocivas utilizadas como un intento de soportar la situación (Kumar, 2012). Una conducta similar se ha observado en otro tipo de poblaciones marginadas; sentimientos de desvalorización, aislamiento y frustración podrían ser también un resultado de la VhH (Tsui, 2014).
A pesar de los efectos que la VhH pueda causar, algunos autores han pretendido resaltar otro aspecto dentro de este fenómeno: las razones de las víctimas masculinas para continuar en una relación violenta.
Permanencia de la víctima en la relación.
Los autores de la investigación destacan algunas de las posibles razones por las que los hombres continúan en una relación en la que resultan violentados por sus parejas femeninas: 1) la idea y la expectativa de que las cosas en la relación mejoren debido a la existencia de un supuesto amor verdadero a su pareja; esto podría estar relacionado con la dependencia emocional; 2) el compromiso de mantener la estabilidad dentro de la relación y, en el caso de que esta no funcione, los invade un sentimiento de culpabilidad; 3) la dependencia económica hacia su pareja, dado que en ocasiones se presenta un nivel de vida al que se está acostumbrado a llevar estando con ella.
Particularmente, una razón más para permanecer en pareja es el amor hacia los hijos, en el caso de tenerlos, puesto que el temor de ceder la custodia legal a una mujer que ha cometido actos violentos dentro de la familia es más fuerte que el abandonar la relación. En aspectos más generales los autores señalan el miedo a perder el estatus y respeto social por la forma en como se concibe el rol masculino en las sociedades occidentales.
Resultan sugerentes la discusión propuesta en el artículo que se comenta, el primer tema refiere a la prácticamente invisibilidad de la VhH. Este fenómeno resulta muy difícil de identificar debido a factores socioculturales porque, como sugiere Espinoza & Warner (2016), existiría un estigma social impuesto al hombre y su consideración como víctima.
Otra idea que nos interesa destacar es la que sugieren los autores en cuanto a que quizás sea necesario repensar la violencia relacionalmente y evitar vicios epistémicos (Christiansen, 2014) que impidan ver otras aristas del fenómeno de la violencia interpersonal donde quepa la posibilidad de un autor femenino en la violencia (Cantera, 2004; Cristóbal, 2014).
Ideas finales
Después de la discusión de importantes aspectos metodológicos de la investigación sobre VhH, los autores postulan algunas ideas de las que se podrían derivar hipótesis interesantes:
La violencia en la pareja puede ser ejercida por ambos miembros, por lo que es oportuno resaltar que este fenómeno puede ser bidireccional y el impacto en ambos sexos es igualmente un objeto válido de investigación (Espinoza, 2016; González, 2016).
Asimismo, es preciso señalar que, dependiendo de la teoría que se utilice para explicar la presencia de la violencia, se primará un tipo de factores explicativos; en ese sentido, el sexo no sería un factor explicativo único, como tampoco el género, por lo que es necesario revisar las numerosas teorías que existen sobre la agresión (Carrasco & González, 2006) y la violencia (Alencar-Rodrigues & Cantera, 2012; Muñoz, González-Lozano, Fernández-González & Fernández-Ramos, 2015). Esta aseveración de los autores es particularmente importante porque permitiría una aproximación de las interacciones de género desde la teoría del conflicto.
En cuanto a este punto, sería pertinente la realización de instrumentos de medición para la detección oportuna del fenómeno desde una perspectiva de género inclusiva (Chikara, 2015) para lograr una especificidad de los resultados de la VhH (Perryman & Appleton, 2016).
Esta última recomendación reconforta al autor de estas notas por la casual coincidencia con su reciente propuesta de una pedagogía de la armonía de géneros.
El artículo del Dr. Rojas Solís y sus colaboradores será leído y discutido no solo por su calidad metodológica, sino por poner en el tapete de la discusión científica un tema poco investigado y políticamente incorrecto.