¡Un buen golpe contra la trata!
POLÍTICA DE SUMA CERO
Desde hace años, en diversos cruceros de la ciudad, se observan niños haciendo malabares; mujeres –casi niñas- cargando bebés y otros, disfrazados de mimos, pidiendo la moneda. No es difícil identificarlos por su vestimenta: menores de edad de etnias tzotziles o tzeltales de Chiapas, presuntamente explotados laboral y sexualmente por tratantes que, con el escudo de “¡nosotros los pobres indígenas!”, se dedican abiertamente a la trata. Cuando le planteamos el tema al presidente municipal, JOSÉ ANTONIO HERNÁNDEZ FRAGUAS, refirió diciendo que el ayuntamiento había tomado sus providencias al respecto, pero se encontraba en la disyuntiva de actuar y luego tener una recomendación de la Defensoría de los Derechos Humanos del Pueblo de Oaxaca (DDHPO), que encabeza ARTURO DE JESÚS PEIMBERT CALVO, con el viejo y sobado ardid de violación a las garantías individuales.
Los comentarios en medios impresos, redes sociales y radio, han sido constantes. Los niños y niñas, algunos menores a los seis años de edad, de manera temeraria atraviesan el arroyo vehicular y se meten entre los vehículos para pedir la moneda. Hay algunos que con la cara pintada emulando a mimos o usando naranjas o limones hacen labores circenses. Es evidente que no van a la escuela y que se les niega el derecho a la educación, aunque hay algunos de éstos explotadores que operan de manera diferente. Se trata de una indígena tzotzil, que manda a sus pequeños desde mediodía y hasta altas horas de la noche a cafés y bares de la Colonia Reforma, para pedir la moneda o el mendrugo de pan, mientras ella espera pacientemente en la oscuridad y a la sombra, a que sus pequeños le lleven de comer. Los avitualla con mochilas escolares para que los dos menores pidan dinero o la torta.
Lo denunciamos en diversos foros. Nada se hizo, hasta que el Fiscal General del Estado, RUBÉN VASCONCELOS MÉNDEZ tomó la plausible decisión de actuar y el pasado sábado en jurisdicción de Santa María Atzompa, se rescataron 61 personas víctimas de trata. Los tratantes, explotadores y vividores de las etnias tzotzil y tzeltal de Chiapas, navegan en dos aguas: por un lado enviando a niños y niñas a la mendicidad y, por otra, a trabajos forzados. No se descarta el abuso sexual en contra de niñas. Aquellos indígenas que se desplazan por la ciudad con cajones provistos de dulces, cigarros, paletas, chicles y otros, con evidentes rasgos indígenas, han sido traídos a Oaxaca para ser explotados. A cambio de alimentarlos y darles techo, les exigen el producto de las ventas. He ahí el por qué se les observa a medianoche o más, vendiendo en sus cajones. (JPA)