Privatización: Demagogia pura (I parte)
El 28 de octubre de 1992, la Sección 22, entonces liderada por ERANGELIO MENDOZA GONZÁLEZ, conocido en sus tiempos de estudiante en la Escuela Normal Rural “Moisés Sáenz”, de Reyes Mantecón, Oaxaca, como “El Burro”, en un acuerdo obscuro, torpe y discrecional con el entonces gobernador HELADIO RAMÍREZ LÓPEZ y el Secretario General de Gobierno, encargado además del despacho del Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca (IEEPO), el ya desaparecido LINO CELAYA LURÍA, se adjudicó prácticamente la rectoría de la educación en el estado. El 90% de los niveles de mando; el manejo discrecional de la nómina; el manoseo al presupuesto destinado a educación; la intervención en las licitaciones para la adquisición de bienes y servicios, etc., fueron parte del control que, de manera fascista, ejercían aquellos que en mala hora encabezaron la dirigencia.
Ahí empezó la debacle educativa oaxaqueña y la certeza de que no había un caso similar en el país, en que una sección sindical del magisterio fuera a la vez, juez y parte; trabajador y patrón. Pese a esta anomalía, ningún gobierno –por miedo o por apatía- puso los puntos sobre las íes para recuperar la rectoría del Estado en materia educativa. Ni DIÓDORO CARRASCO, (1992-1998), JOSÉ MURAT (1998-2004) ni ULISES RUIZ (2004-2010), jamás pusieron en tela de juicio dicha irregularidad y sólo la administraron, cumpliendo fielmente, todas las exigencias adicionales que la sucesivas dirigencias encabezadas por: ARISTARCO AQUINO SOLÍS, LUIS FERNANDO CANSECO, ALEJANDRO LEAL DÍAZ, ENRIQUE RUEDA PACHECO, EZEQUIEL ROSALES CARREÑO y AZAEL SANTIAGO CHEPI, les impusieron. La deuda del IEEPO creció de manera exponencial.
Cada mes de mayo, con sus respectivos plantones en el Centro Histórico; sus marchas y movilizaciones; bloqueos y cierre de oficinas, perfilaba detrás, el objetivo de conseguir más privilegios y dinero a manos llenas. Los dirigentes le daban la bienvenida a los incrementos logrados en la negociación entre la SEP y el Comité Ejecutivo Nacional del SNTE y, en el ámbito estatal, presionaban para lograr otras prebendas. Es decir, mamaban de ambos lados. Además, mamaban y daban de topes. En este entorno, el magisterio llegó a conseguir 90 días de aguinaldo; bonos pagaderos el 15 de mayo y otros más, que a juicio de los analistas del fenómeno educativo, los ubicaba como los mejores pagados del país, pero los que menos trabajaban: recibían un promedio de 384 días de salario pagados, frente a 150 de un calendario escolar de 200 días, trabajados. (Continuará…) (JPA)