Política y desencanto
RAÚL NATHÁN PÉREZ
1).- ¿Cuándo se jodió Oaxaca?
Comparado con el resto del país, Oaxaca es un mundo aparte. Asemeja una ínsula en estado de naturaleza. Sin ley; sin Estado. El desmadre perpetuo. La anarquía, pues. El primitivismo en taparrabos. Había que ver el desgarriate de diciembre… y lo que va de enero. Un nudo de protestas; un embrollo de intereses. La hijoputez del chantaje… “y de la madre que lo parió” —parafraseando a Arturo Pérez-Reverte—. ¿Es la pobreza; los gobiernos que no escuchan la petición de limosna de los falsos redentores sociales; el cacareado estallido social? ¿Será la crisis del Estado que vaticinó el recientemente desaparecido Zygmunt Bauman? No ¿Acaso es nuestra atomización municipal; la diversidad étnica o lingüística; la multiplicidad de culturas o la supuesta politización comunitaria? Tampoco ¿Por qué pues, hay quienes no se cansan de ponerle en la madre a Oaxaca, un día y otro y así ad perpetuam, utilizando la farsa de la lucha social o la hegemonía política encubierta?
Pareciera que en nuestra identidad originaria prevaleciera un insano interés de ir hacia atrás. Como el cangrejo. Un afán de retroceso. Un paso hacia delante y dos hacia atrás. Un ejemplo son los llamados usos —¿o abusos?— y costumbres, ahora llamados con eufemismo “sistemas normativos internos”. En 1994 creímos estar a la vanguardia a nivel nacional. Soñamos haber sido la entidad pionera en el respeto a la autonomía indígena para elegir autoridades. Nadie reparó entonces en el suculento bocado de los recursos municipales. Tampoco en la ambición de partidos políticos y los infalibles dirigentes sociales. El resultado está a la vista. Violencia, encono, confrontación, polarización política y, el insufrible chantaje. No sólo se cuecen aparte de lo que mandata la Constitución, sino que los sobados usos y costumbres son hoy el gran negocio. Un retroceso en la democracia participativa. Una mancha indeleble en una ley que, se presume, debería no tener excepciones. Como la “casta divina” de los administradores municipales.
2).- La política después de las ilusiones
Lo que mucho ha permeado aquí es el cinismo. Max Weber advirtió sobre los excesos de la política; el desencanto; la frustración social. Lo hemos vivido. Lo que fue el arte de la polis se envileció. Se prostituyó. Miles de millones han ido a parar a las cuentas personales de políticos y ex gobernantes, prestanombres, cómplices opartners. Ni han devuelto un peso ni han pagado el ilícito. Y aquí no pasa nada. A la exigencia social de aplicar la ley hay una respuesta a bote pronto: “serán las instancias correspondientes”. La simulación y el gatopardismo permean en la vida pública. La opacidad, la complicidad y la discrecionalidad, parecen tener carta de autenticidad. He ahí el quid de nuestro estancamiento económico; la causa del nulo despegue; de una industria turística, por ejemplo, que por más “relanzamientos”, va a paso de cojo. La industria más rentable: el chantaje.
Inició 2017 con la misma historia, sólo que recrudecida. Un panorama nacional de indignación, incertidumbre, protestas. Y de soterrada inconformidad, que no justifica el vandalismo o el saqueo, menos la perversidad de quienes quieren llevar agua a su molino político. Un poco antes inició un nuevo gobierno y un gabinete estatal ad hoc. En algunos se aplica a la perfección, la Iglesia en manos de Lutero y en otros, el refinamiento de la mediocridad y la banalidad. Algo de aquello que Michelangelo Bovero calificó como “kakistocracia”. En gobernanza, tal parece que se siguen las mismas prácticas del corrupto ancienrégimen de Cué. Diez o veinte sujetos agravian impunemente a miles. Los derechos de una minoría por encima del derecho al libre tránsito; de la paz social; de la gobernabilidad. Motivos no hacen falta para reventarle la madre a los oaxaqueños.
Apenas se estrenaron ediles. Algunos –hay excepciones- van con la idea de cambiar de estatus. Meterle la mano al cajón y apuntalar su carrera política. Exfuncionarios, adláteres y fans del régimen gabinista, de nuevo enchufados en la ubre. Enemigos soterrados del PRI y del proyecto político de Alejandro Murat, otra vez trepados en áreas educativas, sin mérito alguno, sin la camiseta puesta. Caballos de Troya. Y ahí va Oaxaca dando tumbos. Promesas, proyectos, cambios de régimen, sin que se vea la luz al final del túnel. Aunque recién empezó su gestión, ojalá que Murat recupere un poco la dignidad perdida, de una política que cada día muestra en nuestra entidad, los resabios de la podredumbre y la decadencia.
BREVES DE LA GRILLA LOCAL:
— Para aquellos que conocen los entresijos de la política exterior de México, el primer tropiezo del despistado canciller, Luis Videgaray, fue haber relevado de la embajada en Washington, al oaxaqueño Carlos Manuel Sada Solana. Al tiempo.
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