De paradojas y utopías 

Política aldeana y timorata

1).- Oficio en descrédito

Si existe hoy en día un oficio estigmatizado y desacreditado en México, ése es la política. Sobre todo, el segmento calificado como “clase política”. Esa cuasi élite que se ha arrogado para sí, el término. Alguien dijo que, en una democracia todos somos políticos. Porque los que en un momento dado ocupan puestos en el gobierno o cargos de elección, “no son extraterrestres –dice F. Savater- venidos de otra galaxia para fastidiarnos o conducirnos a la luz… son los que nosotros, los ciudadanos votantes, les hemos mandado mandar”. (Diccionario del ciudadano sin miedo a saber, Ariel/La Isla de Próspero, Barcelona, 2007, p. 61). Por eso, no se puede gobernar con miedo.

Es la naturaleza del ser humano, sus instintos, deseos, capacidades, resistencia, voluntad, aptitud de persuasión y otras características innatas o adquiridas, en las que G.D.H. Cole, perfila al político. (La organización política, FCE, México, 1979, Trad. Alfonso Reyes). Max Weber le acuñó un atributo más: el carisma. Hoy en día, sobre todo en nuestra aldea local, el oficio se ha vuelto un quehacer de advenedizos y timoratos; oportunista y trepadores; cínicos y mercenarios. Muchos son llevados por el azar. En sus vidas imaginaron siquiera, que el efecto López Obrador habría de treparlos a donde están. Y asumen que sus desbarres, excesos y omisiones son lo “políticamente correcto”. Ergo: lo que ocurre hoy en la capital, devenida una zahúrda. 

2).- Política y sucesión

Para entender más la bajeza de la política hay que analizarla en tiempos de sucesión. Partidos y militantes; dirigentes y aspirantes, todos quieren subirse al escenario. La mutación de azules en verdes o de naranjas en marrón, le confiere al ambiente un aire variopinto. La soberbia y megalomanía de unos, con la candidez y la torpeza de otros. “Intensas” giras de trabajo. Mamar pueblo. Esa abstracción que para algunos siempre les ha sido ajena. ¿Hay un interés sano de mejorar las cosas en un pueblo desencantado de partidos y políticos o sólo llegar al poder, sentarse y asumirse copia fiel de su “Alteza Serenísima”? No. Es simple: se trata de montar un pragmatismo ramplón.

Lo hemos constatado en el régimen federal actual. No hay congruencia entre el decir y el hacer. Falta de principios y de valores. Adiós a aquella omnipotencia moral. Y la falsedad como instrumento de convencimiento. “No falta razón –decía el imprescindible Michel de Montaigne- cuando se dice que aquel que no se siente bastante seguro de su memoria no ha de meterse a mentiroso”. (Ensayos I, Cátedra, Madrid, 2019, p. 74). Y para todo, el pueblo, el pueblo bueno y sabio. Pero detrás, lo que Adela Cortina llama aporofobia: “el desprecio por el pobre y el débil, el que no tiene qué ofrecer, con qué negociar, qué dar a cambio. No importa su raza ni su etnia, ni tiene con qué pactar, sólo su voto…”. (Hasta en un pueblo de demonios, Taurus, Madrid, 1998, p. 53).

Colofón:

Uno de los creadores más notables de nuestro tiempo es Hans Magnus Enzensberger (Kaufbeuren, Alemania, 1929). Es uno de mis autores favoritos. Sociólogo, poeta, ensayista, documentalista y autor teatral. Lúcido a sus 92 años. En 2016 publicó: Ensayo sobre las discordias, Anagrama, México. Primera edición mexicana. Ahí hay un pasaje revelador que puede aplicarse a la abominable frase de: “abrazos, no balazos” y a la inseguridad que prevalece en el país en estos tiempos de la 4T, del affaire Ovidio y de impunidad a grupos criminales.

“Quienes se erigen en tutores de las ovejas descarriadas –dice- las exculpan con desmesurada benevolencia de toda responsabilidad por sus actos violentos. La culpa jamás la tiene el criminal, siempre su entorno: el hogar paterno, la sociedad, el consumismo, los medios de comunicación, los malos ejemplos. Parece como si al sicario se le entregara, por así decirlo, un cuestionario de elección múltiple que debe rellenar siempre a su favor”. (p. 109)

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

— Lo que hemos vivido los citadinos en los últimos días, no tiene nombre. Es una lástima que la ley en estos tiempos sea sólo una caricatura. Porque ésta debe aplicarse tanto a ediles omisos como a líderes sindicales chantajistas. Arrojar camiones de basura, en tiempos de pandemia, es un atentado criminal. Sólo falta que el Sindicato 3 de marzo –con sus demandas justas o no- quiera boicotear la jornada de vacunación. ¿Se cruzarán de brazos, otra vez, los tres órdenes de gobierno?

— Liberaron orden de aprehensión en contra del dirigente del Sindicato “3 de marzo”, Bernabé Baltasar Díaz. ¿Saben cuándo la harán efectiva? Nunca.

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