Coordenada 21 

MÚSICA Y LIBERTAD. Por Samael Hernández Ruiz.

Musica

Por Samael Hernández Ruiz.

De pronto alguien preguntó: ¿Por qué le gusta tanto la música a los adolescentes? Pensé: por la misma razón que nos gusta a nosotros.

Lo primero que percibimos del exterior cuando aún estamos en el seno de nuestra madre es el ruido, lo primero que percibimos de ella es el ritmo de su corazón. Nuestra sensibilidad está construida de sonidos y silencios, de música. Nos han engañado mucho tiempo acerca de que la vista es lo que nos permite dar cuenta del mundo, en cierta forma así es; pero lo fundamental es escuchar: oigo luego existo.

Lo que recibimos del mundo exterior se transforma en sensaciones que se guardan en la memoria y se asocian entre sí dando lugar a nuestros sentimientos, mismos que no se pueden expresar mientras no aparece en nuestra existencia el lenguaje; pero incluso con el lenguaje, no todo puede ser expresado con palabras.

No podemos controlar los sentimientos acumulados, necesitamos sacarlos, verbalizarlos, expulsarnos de nuestro cuerpo de algún modo para que estemos en paz. Eso intentamos con las artes, con la poesía, la pintura, la danza, el teatro, etc. Las artes mencionadas son formas eficientes para sublimar nuestros sentimientos, pero la música aporta algo más.

La música nos regresa al estado primigenio, nos saca del mundo. Nos regresa al estado primigenio porque nos devuelve al vientre materno, nos saca del mundo porque nos hace sentir libres, sin responsabilidades de ningún tipo; nos hace sentir de una forma distinta el sol, la fresca brisa de la mañana, la agradable penumbra del ocaso, una aromática intimidad, la dulzura de un recuerdo, tantas cosas y todo sin ningún porqué o para qué, nos hace sentir simplemente que estamos vivos y deseosos de seguir estándolo.

El que crea música se expresa de la manera más profunda; quienes escuchamos música disolvemos nuestros sentimientos negativos y dejamos que aflore el dulce placer de estar en comunión con nuestra primera divinidad: nuestra madre, en cuyo vientre no hay hambre, ni frío, ni calor, ni necesidades de ningún tipo, donde estamos desnudos sin ser conscientes de ello, en otras palabras, en nuestro paraíso. Después vendrán otras divinidades, la espiritualidad construida para sustituir a la felicidad primigenia.

Por eso la música nos fascina, nos lleva fuera de este mundo.

Pero no puede ser cualquier sonido o arrebato acústico, debe asociarse con la luz, con la bondad o incluso con la melancolía; pero no con la oscuridad, la violencia, el mal o el sufrimiento. Un anhelo puede causar un leve dolor que incluso se disfrute, como se disfruta el recuerdo del ser amado que nos dejó por algún motivo y que de algún modo hemos perdonado o aceptado, pero que aún lastima.

El anhelo de la libertad perdida es más fuerte, tanto, que invoca la violencia sin verdaderamente desearla, para para recuperar la libre voluntad de ser.

Por eso me atrajo poderosamente la música de Manecas Costa (Guinea Bissau), un africano que escribió en creol la letra de una canción libertaria (Fundo di matu, en el fondo de la selva) donde se refiere a Bissau como a un niño que duerme en el corazón de la madre selva donde resuena el sonido sagrado de los tambores, donde la blancura de la luna se liga a la obscuridad y en el seno profundo de la selva llora un niño con llanto de soledad. Viene a la mente la imagen de un niño que llora en sueños.

Bissau duerme y no lo sabe, la madre-selva le dice con profundo amor, “Duermes Bissau, duermes mi amor, duermes mi niño…, y no lo sabes.”

Un hermoso llamado a sublevarse con amor, a despertar a la libertad sin resentimientos.

La música de Manecas Costa es además de profunda, voluptuosa, con sonidos arabescos en los que resuena la paradójica armonía de la selva y el desierto ( La puede disfrutar en YouTube: https://www.youtube.com/watch?v=4JPyt-Buwok ).

musica1No se puede escuchar la música de Manecas Costa sin sentir que se diluyen sentimientos negativos y que el cuerpo responde en automático a la cadencia de una música que te hace mover antes de que seas consciente de ello; el corazón se acelera y de pronto siente uno la necesidad imperiosa de ayudar a despertar a nuestra Guinea Bissau desde lo más profundo de nuestra propia selva, sin violencia, como una madre despierta a su pequeño hijo para que se enfrente al mundo con libertad, amor y dignidad.
Feliz año nuevo!.

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