Coordenada 21 

México sin rumbo. Por Samael Hernández Ruiz

Por Samael Hernández Ruiz.

En la entrega del premio Cervantes, el laureado escritor mexicano Fernando del Paso, denunció el intento de instaurar un Estado totalitario en México, ese fue un ejemplo de educación ciudadana y de lucha por un nuevo proyecto de nación.

Ya no podemos preguntarnos si México está en crisis o no. Es un hecho que lo está, debemos preguntarnos por la naturaleza y causas de esa crisis y cómo salir de ella.

En algún momento el brillante ensayo de José ortega y Gasset, “España invertebrada”, me pareció un buen punto de partida, porque no basta con los estudios científicos desde las ciencias sociales, es menester el auxilio de la filosofía política.

El México de principios del siglo XXI, me parece políticamente desarticulado, con una estructura social en peligro de desintegración a causa de la creciente pobreza, la violencia del crimen organizado; pero sobre todo, por  el desapego de la clase política de la fuente de su poder delegado: el pueblo.

México ha perdido su independencia y por lo tanto está en riesgo de perder su soberanía. Ha perdido ya su independencia energética, alimentaria y financiera, sólo tenemos  un ejército puesto a hacer labor de policía, próximo al desprestigio, pero todavía nacionalista. La nación está fracturada, los empresarios aliados con los políticos, defienden ferozmente sus privilegios y buscan con voracidad incrementar sus fortunas, todo para ellos es negocio, no les importa el futuro de la nación.

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Las clases asalariadas están en la indefensión legal. La constitución mexicana comenzó a sufrir una serie de cambios profundos, más visibles a partir de 1988 y  continuados hasta ahora, que han significado la ruptura de la alianza del poder político con los asalariados, la clase media y con  los campesinos.

Esta situación pone en grave peligro nuestra soberanía; México se encuentra invertebrado, podría ser la conclusión; pero la descripción anterior no es suficiente para caracterizar la crisis actual de México.

Análisis  como los de Guillermo Hurtado en “Reflexiones filosóficas sobre la crisis de México” [en línea].( Revista de la Universidad de México. Nueva época. Diciembre 2009, No. 70 <http://www.revistadelauniversidad.unam.mx/7009/hurtado/70hurtado.html> ), ayudan mucho a comprender lo que nos pasa.

Hurtado afirma que la crisis de México obedece a una pérdida de sentido, a una pérdida de rumbo como nación y en eso coincide con la etiología propuesta por Ortega y Gasset para España. Dicha pérdida de sentido tiene tres componentes: pérdida de confianza, pérdida de dirección y pérdida de cohesión social.

Afirma el filósofo que: “Durante algunas décadas, México tuvo una visión integral de su historia basada en un amplio horizonte de memorias y expectativas. Esa visión de la historia de México ha desaparecido. Hoy en día, no hay lugar ni para el preterismo, ni para el futurismo, ni para una síntesis de ambos, sino sólo para un desesperante presentismo.”

En mi opinión la falta de credibilidad, dirección y cohesión, se debe más a la ruptura del pacto constitucional que a una especie de amnesia social  o a la disfuncionalidad del discurso histórico.

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Sin embargo, lo que afirma Guillermo Hurtado es importante, y ello se observa en la falta de credibilidad en nuestros rituales cívicos, elementos fundamentales para la socialización del ciudadano. La historia oficial ha dejado de ser el referente que nos unifica en una tarea colectiva, presente o futura; la realidad que han construidos las clases dominantes, ha desmentido al discurso ideológico de la historia oficial que antaño fue el marco para  la unidad y la acción social.

La constitución de 1917  permitió reescribir la historia mexicana a partir de un referente multi-clasista que integraba, en el cuerpo y letra de la Carta Magna, a todos los sectores sociales en un renovado proyecto de nación.

Debido al resquebrajamiento del pacto constitucional, no es posible articular un discurso político convincente por su coherencia y pretensión de sinceridad. Por eso el discurso político mexicano del siglo XXI busca refugio en la ética y no en la historia. No es sólo un intento por reivindicar valores que encubran la corrupción, el individualismo, el racismo, la exclusión social, la explotación, la violencia, la desigualdad y otras lacras; es también la ausencia de un referente histórico que le de sustento al discurso.

Sólo la emergencia de un nuevo sujeto social podrá darle nueva substancia a la nación, y para Hurtado ese sujeto es la sociedad civil. Desde su perspectiva de la crisis, será la sociedad civil en su pluralidad mexicana, la que le dé dirección, credibilidad y cohesión a un nuevo proyecto de nación; pero para cumplir con su cometido, la sociedad civil necesitará de más y mejor democracia.

Al respecto, afirma el autor: “Mi diferencia con Villoro consiste en que mientras él opina que la organización comunitaria debería prescindir de la democracia representativa y, eventualmente, del Estado Nación, yo pienso, por el contrario, que debemos intentar reformar a la democracia representativa y al Estado Nación desde las comunidades.” (El subrayado es mío).

La sociedad civil entonces queda reducida a la pluralidad de las comunidades mexicanas. En cualquiera de los sentidos en los que se piense que debe tomarse a las comunidades para construir el nuevo proyecto de sociedad, surge el peligro del particularismo y la pulverización de la nación. ¿Dónde comienza y dónde termina una comunidad? ¿Qué la define? ¿Qué le da fuerza política a la inclusión de sus derechos en la nueva constitución de un proyecto nacional?

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No creo ni en la democracia liberal individualista, ni en la democracia de los colectivos sociales autónomos. Ambos al final, destruyen los proyectos nacionales.

Por el contrario, apuesto a los pactos multi-clasistas que operen bajo las reglas de un juego democrático, al modo que lo plantean Bobbio y Bovero (Las condiciones de la democracia. Una teoría neo-Bobbiana. Conferencia dictada el 8 de noviembre de 2011, en el ciclo de conferencias “Cátedra globalización y democracia.” Universidad Diego Portales. Chile); reglas que se generan a partir de las siguientes condiciones:

 

  1. La igualdad como inclusión. Quienes son sometidos al poder, tienen el derecho de participar en la toma de decisiones políticas, directa o indirectamente.
  2. La igualdad como equivalencia: los votos de los ciudadanos tienen igual valor.
  3. Libertad subjetiva o libertad de pensamiento que supone una pluralidad de medios de información.
  4. Libertad objetiva como la posibilidad de elegir entre una pluralidad real de opciones políticas distintas.
  5. La decisión por mayoría, como la regla técnica de eficiencia que permite seleccionar opciones.
  6. Las  reglas de la democracia, no se pueden traducir en normas que contradigan sus condiciones de posibilidad, es decir, todas las anteriores.

Bovero propone agregar a las condiciones de la democracia los siguientes imperativos:

  1. Se prohíbe cualquier regla que anule o deje sin efecto las condiciones de posibilidad de la democracia.
  2. Se prohíbe volver vanas las reglas democráticas, negando de hecho o de derecho el ejercicio de las libertades.
  3. Se impone la obligación del ejercicio  universal de dichas libertades.
  4. Se prohíbe violar la separación de poderes.
  5. Se prohíbe toda forma de concentración del poder económico, político o ideológico.

Principio de institucionalidad: la instancia de toma de decisiones políticas debe ser colegiado y representativo.

La democracia tal y como la practicamos ahora en México, no permite superar la crisis de hegemonía que hoy vivimos, no porque sea una democracia disfuncional o en ciernes, sino porque  es una democracia sin posibilidades de consenso; por eso hoy el nivel de los acuerdos políticos se queda en el clientelismo electoral y gubernamental o en la  complicidad criminal tramada en lo obscurito.

Coincido plenamente con Guillermo Hurtado en que en el centro de la lucha por la construcción de un nuevo proyecto de nación debe estar la educación, en todos los ámbitos de acción colectiva, retomo el ejemplo de Fernando del Paso, pero además habrá que precisar los ámbitos en los que dicha educación es posible: en la exigencia de rendición de cuentas; en la información y formación ciudadana; en la acción ciudadana directa que comprende la lucha contra la explotación, la exclusión y violencia.

En todo eso estoy de acuerdo, pero creo que el programa que propone Hurtado está limitado. Por el contrario, desde mi punto de vista, el programa nacional inicial debería contener al menos:

  • La construcción de una nación independiente y soberana con apertura al mundo.
  • Nueva constitución inclusiva con un nuevo acuerdo multi-clasista de nación.
  • Una mayor participación del trabajador asalariado, las clases medias, los pequeños empresarios y el campesinado, en la distribución de la riqueza nacional.
  • El pleno ejercicio democrático de nuestra soberanía que implica: un ejército nacional fuerte, control de nuestros mares y recursos naturales.
  • Límites a la propiedad patrimonial y al derecho de herencia a dos generaciones.
  • Plena autonomía a los estados de la república en un federalismo incluyente.
  • Autonomía real no sólo formal de los tres poderes del Estado y
  • Fortalecimiento de nuestras relaciones con los Estados de la región, hacia una América Unida.

Estos objetivos requieren de un sujeto que luche por ello, para mi ese sujeto social lo constituyen los oprimidos y excluidos en todos los sectores y dimensiones de la sociedad mexicana; quien quiera que se sume, se organice y actúe coordinadamente para reivindicar el programa programa, debe reconocerse como  parte del nuevo sujeto social, eso sería para mí lo que Hurtado y otros llaman, la sociedad civil.

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Pero hay que tener cuidado. Los movimientos y organizaciones sociales, están propensos a sufrir del mal del conflicto por el conflicto que sólo alimenta a los individuos que pretendidamente los dirigen y representan. Este mal del movimiento social puede incluso ser estructural como lo muestra el caso de la Sección XXII del SNTE en Oaxaca, cuya capacidad de movilización y fuerza numérica no logró evitar el desgaste y los golpes del Estado, pero tampoco pudo consolidar los logros de sus agremiados.

Los movimientos sociales de protesta, pueden ser esterilizados si no asumen una estrategia de logros específicos y asumir la práctica de su democracia a partir de una plataforma programática bien definida y viable. El principio que debe regir es el del incrementalismo social: más vale consolidar un pequeño logro, que una lucha de desgaste que deje como saldo la consigna de “¡presos políticos, libertad!, o peor aún: “¡Vivos se los llevaron, vivos los queremos!”

Un pequeño logro de todos los miles y miles de explotados y excluidos organizados, se sintetiza en un gran avance del movimiento social para establecer un nuevo proyecto de nación, en el que los actores colectivos involucrados jueguen en clave democrática.

Con todo, un nuevo proyecto de nación multi-clasista y democrático, no es la solución definitiva, pues mientras la lógica del capital sea la dominante, tarde o temprano el proyecto hegemónico se derrumbará y habrá que comenzar de nuevo; pero eso es ir a profundidades aún innecesarias.

Por hoy creo que fue suficiente. Esta es mi propuesta para continuar el debate que nos dé confianza, cohesión y rumbo.

 

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