La resaca electoral
Raúl NATHÁN PÉREZ
1).- El dinosaurio herido
Parafraseando a Albert Camus: “la política en este país camina entre dos abismos: la frivolidad y la publicidad”. Pero también en el de los desencantos, las derrotas y las humillaciones. El PRI, el partido en el poder, aquel que instaló el México lo que M. Vargas Llosa llamó la dictadura perfecta; el eje del Estado Mexicano que con ironía bautizó Octavio Paz como el “ogro filantrópico”; el mismo que cada seis años imponía más de lo mismo: “una dictadura sexenal, hereditaria, por vía transversal”, como le llamó don Daniel Cosío Villegas, y el que puso de moda aquella frase: –“¿Qué hora es?”. — “La que usted guste, señor presidente”, padeció la peor de las derrotas.
El PRI fue abatido en siete entidades de las doce en donde hubo elecciones el pasado 5 de junio. La correlación de fuerzas en el país cambia sustancialmente. México ya no será el mismo. Lo peor, el Partido Acción Nacional (PAN), que dejó al país devastado por la violencia, toma de nueva cuenta la delantera. Obvio, de la mano del PRD. Una dura lección al triunfalismo tricolor; a la autocomplacencia; un revés a la demagogia presidencial; a la corrupción institucional; a las “casas blancas” y el tráfico de influencias. Una bofetada al liderazgo de Manlio Fabio Beltrones y a la pésima política económica. Hoy, los magros resultados no pueden verse si no es que bajo el prisma de la mesura, de la modestia y la visión de un futuro incierto, sobre todo para el 2018.
2).- Oaxaca: los gajes democráticos
Frente a los presagios de algunos –me incluyo- de un proceso electoral amenazado por la violencia, la realidad superó a la ficción: permeó la paz. Aunque prevaleció nuestra ancestral polarización y encono, añejos resabios que mantienen a la entidad ciertamente postrada. A los dos punteros para la gubernatura: Alejandro Murat y José Antonio Estefan, se añadió uno más: Salomón Jara, candidato de MORENA, que si bien es cierto su partido se reveló como una fuerza política competitiva, se la creyó tanto que ha devenido impugnador; el que se asume víctima de fraude; el nuevo Mesías, pues, pésimo émulo de AMLO. Se trató de un proceso inédito en nuestra incipiente democracia; una lucha frontal precedida de una guerra sucia asimismo inédita; una lucha entre adversarios emanados del PRI: el nuevo y el viejo PRI, en donde, luego del cómputo final, triunfó Murat. No fue una ventaja simple. Fueron más de 100 mil votos, que descalificaría de entrada cualesquier litigio en órganos jurisdiccionales. Pero no. Ahí va CREO, de nuevo al fracaso.
¿Pero cuál fue el quid de la derrota de la coalición “Con Rumbo y Estabilidad por Oaxaca” (CREO) y Pepe Toño? Competir con una izquierda pulverizada; hecha talco. Una izquierda dogmatizada y mesiánica, que se llevó sus canicas a MORENA; otra izquierda acomodaticia y tránsfuga, representada por el PT y un PRD oficializado, manipulado a placer por operadores del actual gobierno estatal. Murat, pese a los estigmas que le colgaron, representó en su campaña, una alternativa real; un cambio radical a la alternancia ficticia que hemos vivido. He ahí el voto diferenciado. En la mayoría de distritos ganó, aunque el PRI-PVEM-PANAL perdiera algunas diputaciones y presidencias municipales.
3).- Oaxaca ya no aguanta más
El reto para Murat, sin embargo, no será tarea simple. Asumirá el mando en un estado polarizado, enconado, ingobernable. Además, desfondado y sin obra. Saqueado pues. Presa de la anarquía y con tres ejes que corrompen la paz social: los maestros, el transporte y las organizaciones sociales. Con un catálogo de ejecuciones único y excepcional; con dos de las ciudades más violentas del país: Juchitán y Pinotepa. Una entidad con una industria históricamente rentable: el chantaje. Un Oaxaca con un gran potencial, pero con un obstáculo indiscutible: organizaciones sociales parasitarias y falsos redentores, ambos corruptos hasta la médula. No hay inversiones, no hay carreteras dignas, no hay proyecto de Estado. Ahí subyace el quid de nuestra tragedia. Sin embargo, urge forjar los caminos de la unidad, de la reconciliación y de la inclusión, para revertir nuestro rezago; para trastocar ese destino de ir a la cola de los estándares nacionales. Hay que curar heridas; urge una operación cicatriz. Ir más allá de partidos, grupos, sindicatos, organizaciones sociales. Del soterrado diálogo y los derechos humanos, por encima del Estado de Derecho. De la impunidad y el compadrazgo; del amiguismo y la complicidad. Murat ya ganó. Su triunfo es irreversible. El primer paso ya está dado. Ahora, hay que ver los resultados.
BREVES DE LA GRILLA LOCAL:
— Cinco asesinatos sólo el viernes en la entidad –cuatro en la capital y uno más en Juchitán- no es para insistir en el viejo mito de la entidad segura, sino para reconocer que en la transición, algunos cárteles de la droga buscarán posicionarse. Ya tienen algunos municipios. Pero quieren todo.
— Un abrazo a mi compañero Roberto Herrera Vargas, de esta casa editorial, por el sensible fallecimiento de su padre.
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