De paradojas y utopías 

La noche negra del PRI

DE PARADOJAS Y UTOPÍAS

RAÚL NATHÁN PÉREZ

1).- Réquiem por el tricolor

En 1985, Octavio Paz publicó Tiempo nublado. En dicha obra definió al PNR, luego PRM y finalmente PRI, como la obra del “Augusto mexicano”, Plutarco Elías Calles. Un partido que después habría “monopolizado el poder no por la violencia ni la dictadura militar o policiaca sino a través de un sistema de calculados equilibrios, pesos y contrapesos”. (Sueño en libertad. Escritos políticos, Seix Barral, 2001, pp. 194-195). Ya en 1978, en el Ogro filantrópico, apuntaba que en México había dos burocracias, separadas, pero en perpetua comunicación: “Una política que integran los tres sectores en que se divide el PRI: obrero, campesino y popular”. Y agrega dos más: mujeres y jóvenes. “Este grupo en su totalidad, constituye lo que se llama la clase política y se extiende por todo el país por medio de una vasta red de organismos. El otro cuerpo es el gubernamental propiamente dicho y su definición se ajusta más al concepto tradicional de burocracia”. (Ibídem). El Premio Nobel de Literatura concebía a esa burocracia como una élite inexpugnable, hermética, elitista. Perdón por tan larga cita para dar cuenta hoy de las exequias de este partido cerrado y cupular.

2).- La debacle del “carro completo”

El domingo primero de julio, por primera vez en su larga vida -89 años- el tricolor fue abatido en las urnas. Lo fue parcialmente en 2000 y 2006, cuando perdió la presidencia de la República. Pero hoy quedó humillado. Hecho una entelequia, un fiambre, un simple membrete. La soberbia, la megalomanía y su resistencia a renovarse, fueron el eje de su tragedia. El hartazgo de un régimen; la demagogia y la carestía. Pero además, la disputa interna; los cotos de poder; la pésima imagen de un presidente de la República, estigmatizado por la frivolidad y la corrupción. Más aún: la negativa tácita a dejar atrás el patrimonialismo; la visión del partido como coto familiar; la soterrada ausencia de democracia interna. La omnipresencia de dos o tres jerarcas, dueños de vidas, milagros y carreras políticas; la falta de autocrítica; la postura de un partido viejo, con una engañosa dinastía de jóvenes: vino viejo en odres nuevos. Sin embargo, en Oaxaca, la barrida de MORENA fue brutal. ¿Vamos bien? Por supuesto que no. Si se vale la crítica, fue un cobro de facturas al régimen en turno, no obstante los buenos oficios del ejecutivo estatal. No hay querencia, no hay confianza, tampoco fe.

3).- El recuento de daños

Siendo poder en el gobierno federal y estatal, resultó difícil ver cómo caía la moral desde tales alturas. Se hizo remembranza a la sentencia de Catón en la antigua Roma, cuando se enemistó con Julio César: “Más aún, pido a mis seguidores que voten contra él. Pido todos los votos que se me deban. Acaben sus deudas aquí y conmigo borrón y cuenta nueva”. (Conn Igulden, Emperador. La muerte de los reyes, El Aleph Editores, Barcelona, 2004, p. 293). Los elegidos tanto para la diputación federal como la local, no fueron objeto de análisis, escrutinio, ventaja política. Muchas fueron las mismas caras ajadas y madreadas de siempre. Se hizo todo un circo, maroma y teatro. Decenas se inscribieron, ciertos de que la supuesta democracia interna era una burla. Es más, hasta ahora en el reparto de las plurinominales, querían meter cuñas, como si el horno estuviera para bollos. La excepción a la regla fue el triunfo de Gustavo Díaz en Acatlán de Pérez Figueroa, en el distrito I local. Pero los demás –y lo dijimos de manera reiterada- cual reses inmóviles esperaron la estocada final. Perdieron casi por default.

4).- ¿Cuál será el futuro del PRI?

Para empezar, a nivel nacional está pulverizado. Es simple: no ha aprendido de las derrotas. De Sur a Norte y de frontera a frontera lo tundieron. Es un cadáver. Y hay quienes se disputan la “carroña”, aunque sin méritos. Han sido también sepultureros. Hoy es una oposición endeble, acotada, incapaz de levantarse. ¿Una refundación? Tal vez. Pero sin el Parque Jurásico, que es duro para abrir espacios a nuevos cuadros. En Oaxaca, el tricolor fue materialmente humillado. Desde el inicio del actual régimen la derrota se veía venir. División, encono, ajuste de cuentas, intrigas y disputa interna. Para los cercanos al ejecutivo, el PRI era –y es- una rara avis. Nunca se pusieron la camiseta del jefe. Ningún compromiso. Los resultados están a la vista.

 

BREVES DE LA GRILLA LOCAL:

— Mi reconocimiento al gobierno estatal, al convocar a sus empleados y funcionarios para poner en marcha ayer sábado, el programa “Tequio por Oaxaca”. Fue un sano propósito para decir que los que amamos al terruño somos muchos más que quienes se empecinan en destruirlo.

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