Juárez: Un legado pisoteado
Ayer domingo, los medios impresos locales dieron cuenta de la liberación de al menos tres maestros detenidos hace meses por el gobierno federal. Se trata de OTHÓN NAZARIEGA, ROBERTO ABEL JIMÉNEZ y ACIEL SIBAJA, éste último, bajo proceso por lavado de dinero, un delito que al menos por lo que dicen los abogados, es catalogado como grave. Previa la liberación de esta tercia y como producto de las mesas de diálogo que han mantenido con el titular de la Secretaría de Gobernación, MIGUEL ÁNGEL OSORIO CHONG, fueron trasladados de un penal federal de Hermosillo, Sonora, al penal de mediana seguridad, también federal, en Mengolí de Morelos, Miahuatlán, cuatro maestros detenidos: RUBÉN NÚÑEZ GINÉZ, FRANCISCO VILLALOBOS RICÁRDEZ, HERIBERTO MAGARIÑO y el ya citado ACIEL SIBAJA que, como ya hemos dicho, fue liberado de inmediato.
Mientras se dieron estas liberaciones, el magisterio, que materialmente se ha cebado sobre la sociedad civil, festejó la forma burda en la que al aparato de justicia retrocedió ante la presión que ha ejercido. Obvio, aplaudió la liberación de sus compañeros, que ahora podrán seguir alentado la sedición, la asonada y arremeter como hasta hoy, en contra de la educación y de la ciudadanía. El gobierno de ENRIQUE PEÑA NIETO ha sido puesto materialmente de rodillas ante un gremio parasitario, beligerante y violento. La crítica ciudadana, de los diversos sectores sociales, se volcó en contra de un Estado débil, blandengue, vacilante y dispuesto a torcer la ley antes que mantener por encima de todo, el espíritu juarista de que nadie está por encima del derecho.
No tarda en que el resto de mentores presos, inclusive aquellos que están por secuestro y fueron detenidos en flagrancia, como SARA ALTAMIRANO RAMOS, MARIO OLIVERA OSORIO, LAURO ATILANO GRIJALVA Y LEONEL SOSA MANZANO, que mantenían privados de la libertad en condiciones infrahumanas a los menores ÁLVAREZ BENFIELD, entre otros, gocen de libertad en breve. Tampoco es descabellado que NÚÑEZ, VILLALOBOS y MAGARIÑO, sean objeto de pago de fianzas para poder librar su proceso en libertad. Ante esta serie de torpezas y debilidad de las autoridades federales, vale la pena preguntar: ¿valió la pena meter a los oaxaqueños en el brete del que no han salido desde hace dos meses, sólo para detener y consignar a supuestos infractores de la ley, para ponerlos luego en libertad, una vez que la presión y el chantaje se impuso sobre el Estado de Derecho? No podemos concebir este hecho, sino como una ofensa, una afrenta y una bofetada a los oaxaqueños que seguimos confiando en que el legado de Juárez sigue vigente. (JPA)