GCM: El ocaso de un régimen
RAÚL NATHÁN PÉREZ
1).- El ocaso del ícono democrático
El pueblo oaxaqueño vio en diciembre de 2010, una nueva aurora. Gabino Cué representaba el fin del autoritarismo. El bono democrático cuajado de esperanzas. Era legítimo poner un dique con el ancien régime. La corrupción, el autoritarismo y la represión, quedarían atrás. “Nunca más el uso de la fuerza pública para acallar la protesta social”. Una verdadera camisa de fuerza para paliar el fantasma omnipresente del 2006, al ritmo del discurso de los derechos humanos. Fiscalías y comisiones para castigar a “El Tirano” y compañía, tan efímeras como vanas. Un nuevo marco jurídico y las reformas constitucionales, que reivindicaran la apoteosis democrática. Referéndum, revocación de mandato, plebiscito: un revés a quienes se obcecaban por mantenerse en el poder.
El primer tropiezo fue la formación de un gabinete de cuates y cuotas. Se entregó a los brazos de los partidos coaligados –ávidos de cobrar la factura-; de los amigos e incondicionales; de la Sección 22 y su voracidad; de las organizaciones sociales y sus falsos redentores. En efecto, hizo realidad el discurso de toma de posesión: “Gobernaré obedeciendo”. Se olvidó tal vez que “quien niega obediencia, presenta combate… y que la amenaza mayor proviene de la propia gente, a quien el gobernante siempre ordena; que está en sus cercanías y bien lo conoce”, como advirtió Elías Canetti. (Masa y Poder, Alianza/Muchnik, Madrid, 1999, pp. 228-467). A poco del inicio, la borrachera democrática devino pesadilla. Promesas incumplidas. Cué no disfrutó del poder largamente anhelado: lo padeció. ¿Cuándo fueron consignados los 32 acusados de corrupción en el gobierno anterior? ¿Dónde la transparencia, la rendición de cuentas y la lucha contra la corrupción? No hubo respuesta.
2).- El crepúsculo político
Nadie dudó de la buena fe y el sano propósito de Cué de gobernar conforme a los cánones democráticos. Tampoco de su nobleza. Pero no fue suficiente. Sobrevivió a la derrota de 2004 y sacó la casta para cuajar la senaduría en 2006 y el poder estatal en 2010. Pero tuvo miedo. El sobreviviente dice E. Canetti, siempre tiene miedo, porque el poder es mayor, pero también más fugaz. (Ibídem). La debilidad para ejercerlo lo perdió. Dejó hacer y dejó pasar. El laissez faire; laissez passer del liberalismo. En diversos espacios del poder estatal prevalecía la arrogancia, la frivolidad y la miopía. Pero también los grandes negocios al amparo del poder. Ahí están en el traspatio de la historia: Jorge Castillo, Netzahualcóyotl Salvatierra, Germán Tenorio y otros. Y ahí está también el directorio de líderes sociales que se chutaron entre 2011 y 2013, más de 1 mil millones de pesos a fondo perdido.
La corrupción permeó en muchas áreas. Gabino se derrotó ante lo inevitable. La historia del pasado se repitió y multiplicó con creces. La buena fe del gober fue aprovechada por vivales. Los emisarios del desvío de recursos y enriquecimiento ya no eran Ulises Ruiz y compañía: estaban en casa. Ni obras relevantes ni programas sociales. La apatía y el miedo aplicar la ley, hizo de Oaxaca el Edén de la anarquía, la ingobernabilidad y el desafío al Estado de Derecho. Maestros vaquetones, transportistas delincuentes, líderes corruptos y funcionarios voraces, contribuyeron a este desastre que es hoy el estado. Oaxaca está devastada, desfondada, la podredumbre incubada en este régimen flota como nata corrompida. Gabino Cué se va. Presumo que es el crepúsculo de su antes ponderado ascenso político. La entidad se queda sumergida en el hartazgo y el encono; la impotencia y el reclamo de justicia para quienes saquearon el erario. A gritos pide orden y paz social.
3).- El desafío institucional
La transición que se había advertido tersa, encubrió coraje e indignación. ¿Con qué recursos gobernará el ejecutivo entrante Alejandro Murat, habiendo pendientes por todos lados: empleados, proveedores y un adeudo histórico? ¿Cómo resarcirnos de una deuda de más de 20 mil millones? Los cuates entramparon a Gabino y –con sus excepciones- lo dejaron a su suerte. Merecen castigo ejemplar no impunidad. El jueves entrega la estafeta a Murat. Ha palpado ya la soledad del poder y las ilusiones perdidas que deja como legado. Ésas que se le vienen como sombra y como vértigo. “¿Amigos? –se preguntaba G. García Márquez en El General y su Laberinto: “si acaso me queda alguno”. Oaxaca es una entidad devastada social, política y económicamente. Quedará al nuevo gobierno la decisión de restaurar nuestra dignidad perdida.
BREVES DE LA GRILLA LOCAL:
— Tres propuestas para acotar a la delincuencia organizada denominada transporte: a).- En el siguiente régimen, ni una concesión más; ni una sola; b).- A los cabecillas de los grupos, sindicatos y organizaciones, ubicarlos al margen de la ley. Son delincuentes consumados y c).- Hacer público el software de los concesionarios, con miras a que el gobierno recupere el control de un bien público, las concesiones.
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