Elecciones: Polarización y encono
Raúl NATHÁN PÉREZ
1).- Los ecos de la guerra sucia
Hoy es día de elecciones. Pero no es uno más. Es el corolario de un proceso lleno de lodo y descalificaciones; de una guerra sucia que pasará a la historia como una mancha indeleble. Jamás en Oaxaca un proceso electoral despertó tanto encono; tanto odio e incertidumbre. Una jornada blindada por 15 mil efectivos, que tuvo como premisa el chantaje del magisterio, así como ejecuciones e inseguridad como telón de fondo. Primero las candidaturas, ahora, la cruda realidad de las urnas. Desde el inicio del proceso, sólo hubo dos punteros: Alejandro Murat y José Antonio Estefan, de las coaliciones, “Juntos Hacemos Más” y “Con Rumbo y Estabilidad por Oaxaca” (CREO). Se trata de una elección entre el nuevo PRI y el viejo PRI, que con certeza no terminará hoy, sino en tribunales. En la definición de la candidatura, Murat sorteó con éxito los obuses y el fuego amigo al interior del tricolor. Origen y residencia fueron el quid de sus detractores. Se impuso el iussanguinis. Sin embargo, la andanada mediática no cesó hasta bien entrada la campaña. La capoteó con éxito, aunque el tema no dejó de ser referente de sus adversarios.
Para José Antonio Estefan, cuajar la candidatura no fue tarea fácil. El triunfo al interior del PRD, en donde desplazó a Benjamín Robles, con todo el peso estatal detrás, tuvo efectos colaterales: el partido se pulverizó aún más. La izquierda toda se fracturó, aunque Morena ya caminaba aparte. Con sólo unos meses de militancia en el PRD se abrió camino a trancas y barrancas. Su paso por el Congreso federal con los colores del sol azteca, fue efímero. Justificados pues, sus lapsus linguae: fue priista toda su vida. Pepe Toño abrevó del PRI más ortodoxo que le pagó mal sus décadas de militancia. En 1992 coordinó la campaña de Diódoro Carrasco. Su amigo y promotor; mecenas y contemporáneo -ambos nacieron en 1954- que quiso hasta el final apuntalarlo como delfín. Pero fracasó ante la irrupción de José Murat. Hoy se verá la cara con otro Murat: el hijo, Alejandro.
2).- Nuevo PRI; viejo PRI
Aunque los obuses de la guerra sucia le impactaron menos que a sus adversarios, Murat desplegó una campaña proselitista con firmeza, decisión y enjundia. Un estilo propio y dinámico de hacer política, alejado de los viejos cartabones del PRI jurásico. Caminar en los templetes, improvisar discursos, meterse en tianguis y mercados. En los debates –que en el fondo fueron sólo una exposición de buenos propósitos- mostró más aplomo que el resto. Un discurso bien articulado, sobrio, despojado de retruécanos y lugares comunes. Es decir, directo. Cuando hubo de deslindarse de su padre, José Murat, lo hizo despojado de prejuicios. Directo y llano. Si bien en su momento le hicimos críticas: muchas promesas y pocas propuestas, también reconocimos sus méritos. Uno de ellos: su mayor cercanía con los medios.
Pepe Toño desarrolló su campaña en los mismos surcos de antaño. Despliegues estratégicos del priismo setentero. Movilizaciones masivas. Una atípica cobertura de seguridad. La adopción de aquel estilo propio del que alguna vez hablara don Daniel Cosío Villegas. En esta campaña, a diferencia de la de 1992 que le coordinó a DCA, caminó desprendido de los medios. Ni nota de color ni entrevista banquetera. Todo se remitió a un frío boletín. No obstante, mostró que en materia política es una cobija bastante meada. Se desplazó por todo el estado una y otra vez. Fue objeto de golpeteo directo y colateral. La guerra de lodo que hasta hoy ha hecho cera y pabilo de Jorge Castillo, operador político del gobernador Gabino Cué, afectó desde el punto de vista mediático la línea de flotación de su campaña política. ¿Era necesario el deslinde? Sin duda, era lo políticamente correcto, aunque moralmente, una deslealtad. Una vez más Max Weber: se privilegió la ética de la convicción, sobre la ética de la responsabilidad.
3).- La cruda realidad de las urnas
Hoy es pues, el desenlace del acertijo electoral. El ambiente es denso, sofocante, de crispación social. Hacemos votos porque no haya violencia. Rubén Núñez, Chico Villalobos, la Sección 22 –y lo queda de sus cuadros “combativos”- son especialistas, en el amago y la amenaza. Luego se van. ¿Los mueve alguien? Por supuesto. Son mercenarios por convicción y mercachifles por naturaleza. Su movimiento no es genuino. Es político. He ahí el llamado a votar por Morena. El affaire de Comitán, Chiapas, los mantiene a los ojos de México como intolerantes y fanáticos. En este entorno, en el que pululan mapaches y caza-mapaches, los ciudadanos habremos de elegir al mejor, o tal vez, al menos peor. Aunque puntean sólo dos, hay cinco más. La decisión está –como ya hemos dicho- en darle la oportunidad a Oaxaca de cambiar el estado de cosas o escribir un nuevo capítulo, que puede traducirse en “más de lo mismo”; de eso que los oaxaqueños ya no queremos ver: corrupción, impunidad, saqueo. Amiguismo, compadrazgo y complicidad. Pero hay que votar, que el sufragio es para todos, un privilegio de la democracia.
BREVES DE LA GRILLA LOCAL:
— Mi felicitación y reconocimiento a Rebeca Romero, por la primera década de su agencia noticiosa ADN Sureste, la que ha dirigido con gran profesionalismo y dedicación.
— Ya es común escuchar en Oaxaca de la cocina prehispánica. Tal vez por ello se abusa de términos como etnococina, etnobar, etnobotánico, y una serie de barrabasadas semánticas. Sin embargo, algunos de nuestros laureados chefs oaxaqueños, mencionan en sus cartas, “hoja santa” y no “yerba santa”. Esto, ¿es un esnobismo o una torpeza?
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