Opinión 

El comentario de hoy, martes 7 de septiembre 2021

Uno de los principales síntomas que reflejan el atraso de un pueblo es su sistema de transporte. Sólo hay que ver el que tenemos en Oaxaca para darnos cuenta que aquí, la modernidad no ha llegado. Desde los dos últimos años del gobierno de Gabino Cué se puso en marcha el proyecto del llamado Sistema Integrado de Transporte, CITYBUS, pero es la hora en que aún no opera. Las paradas que en su momento fueron construidas para dicho servicio fueron vandalizadas. Hoy se construyen nuevas. El costo es millonario.

Mientras en algunas ciudades intermedias operan camionetas, microbuses u otras de mayor capacidad, para el servicio urbano y foráneo, aquí seguimos con pequeñas unidades, que entran y salen de la capital por cientos cada hora. Pese a las restricciones que las autoridades han impuesto para evitar contagios de Covid-19, cada operador hace lo que le place. Unidades cuya máxima capacidad son cinco pasajeros, les meten seis o más.

No es extraño ver en los periódicos fotografìas constantes de atropellamientos, volcaduras o alcances. De diez que ocurren, más de la mitad son protagonizadas por taxis foráneos. Más aún: muchos de ellos son utilizados para cometer asaltos, robos, secuestros express. Hace poco más de una semana una cámara casera, video-grabó el asalto a una dama que repartía mercancía en una camioneta. Por fortuna, no fue impune. Detectaron nombre del sitio y número económico. Y los responsables fueron detenidos.

Esas pequeñas unidades que asemejan hormigas cuando se desplazan por las carreteras federales, sin control alguno, se han convertido en un serio asunto de seguridad. A pesar de que la Secretaría de Movilidad asegura haber sancionado al menos a 27 unidades, dicha cantidad es mínima a la serie de anomalías que se cometen en este tipo de transporte público. Hay centenas de unidades piratas usadas para delinquir.

Sin duda es un mal necesario, pero el costo es brutal. La pregunta es: ¿qué impide el gobierno estatal, que es quien otorga concesiones y permisos, cambiar de modalidad y usar unidades de mayor capacidad, para otorgar a los pasajeros más seguridad? ¿No es tiempo ya de acotar esta contaminación vial, sobre todo en zonas como el Mercado de Abasto, a donde llegan a bajar y subir pasaje, en plena calle, cientos o tal vez miles de estas unidades? Se trata de una realidad apremiante, todavía más, con la infeliz ocurrencia de algunos diputados locales que traen entre manos la peregrina idea de meter al Centro Histórico, moto-taxis, porque según ellos, se convertirán en un atractivo turístico. Pero, en el fondo, lo conciben como un importante negocio que les aporte grandes ganancias. (JPA)

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