Politica de suma cero 

El comentario de hoy, martes 6 de febrero:

Los oaxaqueños hemos vivido los últimos días en el limbo. Un infierno de atropellos y abusos en contra de los derechos civiles. No hay un solo lugar en el país, en donde al ciudadano, por los motivos que usted ordene y mande, les sean conculcados sus derechos de una manera tan burda. Sin embargo, la barbarie de maestros, sindicatos y demás membretes se arropan en algo en lo que no hemos acabado de reparar: la abulia ciudadana.

Los grupos empresariales; los mercaderes; los transportistas y los organismos civiles sólo se quejan. Y salvo declaraciones, no mueven un dedo para exigir acciones enérgicas al gobierno. Sus argumentos se topan con una pared de irresponsabilidad institucional. De argumentos de que ya no son tiempos de actuar con mano dura. Que son tiempos de diálogo, cuando es palpable que el chantaje es el método para doblegar al poder público.

Durante dos semanas al menos, el Sindicato de Trabajadores y Empleados de la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca –el STEUABJO- mantuvo contra la pared a autoridades, alumnos, maestros y ciudadanos en general, con sus aberrantes bloqueos. Y desde el jueves pasado, paralizó a la institución con una huelga que afecta a una comunidad estudiantil cercana a los 30 mil alumnos de preparatorias, escuelas y facultades.

El miércoles pasado, maestros y otras organizaciones, enarbolando decenas de demandas, pero más bien en su intento de hacer el caldo de cultivo para otro conflicto como el del 2006, realizaron una marcha. La misma fue la expresión más grotesca y ominosa del vandalismo. Nuestros edificios históricos fueron objeto de las peores vejaciones. Y nadie mueve un dedo para detener esta afectación a nuestro patrimonio.

La consigna es: no los toquen porque estamos en tiempos electorales; que la Policía no intervenga, porque luego saltarán las comisiones u organismos de derechos humanos, para decir que el responsable de todo fue el Estado. Sin embargo, en la sociedad civil hay enojo, hartazgo y crispación. El cántaro ha ido demasiadas veces al pozo. No hay esperar a que se rompa. Aunque el final de la historia todos los sabemos: los victimarios de la sociedad habrán de resultar, como siempre, en inocentes víctimas.

Oaxaca –insistimos- jamás podrá salir del atraso y la marginación; de ser una de las entidades más pobres de México y con algunas de las comunidades más miserables del país, hasta en tanto no se restituya el imperio de la ley. Lo demás es sólo fantasía. (JPA)

 

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