Opinión Portada 

El comentario de hoy, martes 29 de abril:

En virtud de los informes que ha presentado el titular de la Secretaría de Seguridad Pública y Protección Ciudadana del gobierno federal, Omar García Harfuch, respecto a los golpes propinados a los grupos criminales, bien puede decirse que hay avances, aunque la percepción de inseguridad en el país se mantiene en el 70%. Hay que reconocer, sin embargo, que en menos de seis meses se ha hecho mucho más que en todo el sexenio de López Obrador.

Poco a poco la aberrante política de “abrazos y no balazos” va cediendo ante una realidad que, pese a la crítica, ha retratado el gobierno norteamericano: el régimen de la 4T y un territorio importante de la geografía nacional, están bajo el dominio de la delincuencia. Si bien es cierto que, desde el último tercio del Siglo XX hasta la actualidad, se dio y ha dado el binomio: crimen organizado y política, nada tan grave como los adjetivos de narco-Estado o narco-presidente, que caracterizaron al anterior régimen.

En Oaxaca, operativos conjuntos entre la Marina, el Ejército, fuerzas estatales y la Fiscalía General del Estado, han dado golpes demoledores a estructuras delictivas en días recientes, sobre todo en la región del Istmo. En efecto, dichos grupos, con la presunta complicidad de ciertos actores políticos, estarían ya definiendo el futuro de uno de los proyectos prioritarios de la Federación: el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec. Y ello, es un serio desafío al Estado de Derecho.

Sin embargo, aún falta mucho por hacer. Regiones como la Costa, los Valles Centrales y la Mixteca, requieren de dosis similares de las fuerzas de seguridad. Es urgente una “Operación Enjambre” o más operativos “Sable”. Ir a fondo en la gigantesca estructura municipal oaxaqueña, pues es una afrenta que, en la capital oaxaqueña, el 68.9% de los ciudadanos se sientan inseguros. Robo en cajeros, en el servicio urbano, calles y mercados, son ejes de las bandas delictivas. Y el gobierno local, en la pura milonga.

Es inaceptable que sigamos arrastrando estigmas gracias a los hechos ocurridos en Huatulco y Puerto Escondido en los meses de enero y marzo. Que nos sigan calificando como Edén del terror, en lugar de sitios de gran atractivo turístico. O de hechos como los de Pinotepa Nacional en Semana Santa. La inseguridad -no es un secreto- ha permeado en todo el país. Pero es tarea de buen gobierno garantizar la vida y las libertades de los gobernados.

En la estructura estatal hay una tendencia a ponderar minucias: detenciones de infractores de tránsito, recuperación de vehículos robados, decomiso de armas de calibre menor, etc. Es decir, los responsables sólo nadan de muertito -como de dice vulgarmente-. No hacen su trabajo. Puras declaraciones banales y torpes o haciendo cosas ajenas a su responsabilidad, como en el Secretariado Ejecutivo del Sistema Estatal de Seguridad Pública, que hace día publicitó la entrega de instrumentos musicales en la zona de la Cuenca. (JPA)

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