Opinión 

El comentario de hoy, martes 27 de febrero 2024

La semana anterior y ésta, volvió a la carga el llamado Cártel 22. El llamado magisterio democrático paralizó no sólo las principales cabeceras del estado sino, asimismo, ahorcó la propia capital, la llamada por los revolucionarios mentores: “ciudad de la resistencia”. Aunque, a decir verdad, la única resistencia que muchos oaxaqueños le reconocemos a los maestros de la Sección 22, es a trabajar. Demandas y motivos para echar andar su ominosa cultura del chantaje no le hacen falta.

El martes 20 de febrero paralizaron las labores docentes para mostrar músculo y “coberturar” –otro término inventado por sus dirigentes- la mesa de diálogo con autoridades federales en la Ciudad de México. El gobierno de Salomón Jara les ha dado muchas prebendas y concesiones, pero con la Federación se han topado con pared. Y es que les han dado tanto que, inclusive, tres de sus ex dirigentes, miembros del radicalismo más trasnochado, figuran en las listas plurinominales del Movimiento de Regeneración Nacional –Morena- para las diputaciones federales.

La fiesta siguió el pasado lunes 26. La bandera fue: “exigir la entrega inmediata de vales y uniformes escolares que se adeudan”. Para ello se convocó a los sectores de los Valles Centrales a “accionar” –otro término usual en la verborrea magisterial- en puntos clave de la capital oaxaqueña. Es decir, la meta es fastidiar, violentar los derechos humanos y la libre circulación de la ciudadanía. Ese manido método que ha llevado al magisterio a ubicarse no como ícono del apostolado que educa y forma, sino como enemigo público.

Lo grave de todo y he ahí el meollo de que los gobiernos federal y estatal muchas veces se encojan de hombros es que, sus dirigentes -y suponemos que no las bases- siguen obnubilados sacándose de la manga viejos agravios. Insisten en el castigo a quienes ellos califican como responsables de la supuesta represión del movimiento de 2006 y del affaire Nochixtlán del 19 de junio de 2016. Es decir, su prioridad es desenterrar el hacha de guerra. Lo dicho pues, motivos y banderas de lucha no le hacen falta para cerrar escuelas y dejar a los alumnos sin clases.

Mientras tanto, la dirigente del gremio no ha dicho ni esta boca es mía, respecto al bullying que practica el comité estudiantil de su Alma Mater, la Escuela Normal Rural “Vanguardia”, ubicada en Tamazulapan del Progreso ni, mucho menos, del estancamiento oficial en la investigación de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural “Raúl Isidro Burgos, de Ayotzinapa, Guerrero. Estos temas, además de otros viejos rescoldos de sus consignas y del martirologio magisterial, por lo pronto, no pintan nada en sus sobadas demandas. (JPA)

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