El comentario de hoy, martes 26 de marzo 2024
Los primeros efectos del boom que ha representado la nueva vía Barranca Larga-Ventanilla y su destino final, Puerto Escondido, se empezaron a padecer en la capital, desde el pasado fin de semana largo. La afluencia de visitantes disminuyó considerablemente. Se entiende, el destino de playa, con todos sus asegunes, recibe hoy mismo una avalancha de turistas que lo podrían hacer colapsar, ante la pobreza de infraestructura y capacidad de hospedaje, así como el rezago que durante años ha arrastrado en diversos rubros.
La vocación cultural de Oaxaca de Juárez, sobre todo en esta temporada de Semana Santa, puede ser rebasada por la novedad y la cercanía de la playa. Además, de la mala publicidad que han significado algunos abusos que han inundado las redes sociales. Tal es el caso ocurrido hace un par de meses, de un café que sólo tenía su carta en inglés o el barquillo de nieve “ancestral” de 100 pesos que, en tono jocoso, difundió una influencer británica que visitó la capital.
¿Cuánto contribuye esto a potenciar nuestra riqueza cultural, ante la inexistente promoción turística de parte de la dependencia estatal y municipal? Sin duda, de manera negativa. Y es que –salvo excepciones- la filosofía es exprimir al visitante, sea nacional o extranjero. Es decir, una forma sui géneris de matar a la gallina de los huevos de oro. Y es que no existen mecanismos de regulación o, en su caso de sanción, ante cobros indebidos o servicios deficientes.
Hemos adoptado modas externas y abusado de términos como “ancestral”. Cualquiera lo explota a placer: comida ancestral, bebida ancestral. Vivimos de mitos. Nuestras raíces indígenas sólo se explotan políticamente por los partidos, para completar sus acciones afirmativas. Y ese universo multiétnico y pluricultural del que algún día nos sentimos orgullosos, ha sucumbido ante arquetipos extranjeros y la evidente gentrificación en la capital.
Oaxaca urge de una política cultural; de una política de atención al turismo y de promoción de lo nuestro, sin maquillaje. No ocurrencias ni la fiesta perpetua, con la que se pretende enmascarar la ignorancia. Es necesaria la capacitación a cámaras y prestadores de servicios. Y, sobre todo, recuperar nuestra identidad perdida por la inmediatez y el espejismo de las estadísticas de afluencia y derrama económica, que sólo sirven para que los servidores públicos se paren el cuello.
Por una controvertida decisión presidencial, Huatulco se quedó sin su campo de golf. Golpe bajo a quien tenía una cuestionada concesión, pero más aún, un duro revés a uno de nuestros destinos de playa. Pero nadie levanta la voz. Nomás cifras alegres y de los abusos, sólo mutis. (JPA)