Opinión 

El comentario de hoy, martes 24 de enero 2023

La administración del gobernador Salomón Jara ha ubicado al turismo como un eje importante de su programa de gobierno. Ya se creó la marca: “Oaxaca, tierra orgullosa de sus raíces”, que será, supongo, una especie de eslogan publicitario. Incluso se presentó en un evento de relevancia mundial: la Feria Internacional de Turismo –la FITUR- celebrada en Madrid, España, del 18 al 22 de enero. En dicho evento participó una nutrida delegación de la Secretaría de Turismo oaxaqueña.

La industria sin chimeneas es uno de los pivotes de la economía estatal. Oaxaca es, según los especialistas, una entidad completa desde el punto de vista turístico. Tiene destinos de playa, sitios arqueológicos, monumentos coloniales, ecoturismo, playas limpias, gastronomía, artesanía, etc. Es decir, hay de todo. Un litoral de más de 600 kilómetros. Una capital considerada como una de las más bellas de México y dicen que de Latinoamérica. Y una posición geográfica envidiable. Sin embargo, vamos a la zaga de otros destinos.

Hay varios factores. Uno de ellos, es que el gobierno federal, desde los tiempos neoliberales, siempre nos mantuvo marginados. En los años ochenta del Siglo XX, despegó el Proyecto Bahías de Huatulco a través de FONATUR. Pero, a diferencia de otros como Ixtapa o Los Cabos, avanzamos más lentamente. Somos, en efecto, un destino muy socorrido, pero no en los parámetros de afluencia y derrama económica que nos corresponden. Se cacarea mucho la conectividad aérea a Oaxaca, Puerto Escondido y Huatulco. Pero las vías terrestres están para llorar. Son un suplicio para los visitantes del país y el extranjero.

Hay otro desafío más: los bloqueos carreteros. ¿Alguien en su sano juicio se arriesgaría a transitar por San José del Pacífico, en la vía 175 para llegar a Huatulco, en perpetuo conflicto político con San Mateo Río Hondo y una carretera hecha pedazos? ¿O vía Salina Cruz, con bloqueos perpetuos e intermitentes en Astata, El Morro Mazatán o Huamelula? Todo ello, amén de la violencia y arbitrariedad de quienes se manifiestan por una o mil demandas. Estamos en Oaxaca, la causa es lo de menos.

El martes 17 de enero, con la bandera de pedir la liberación del agente municipal de Puente de Madera, Tehuantepec, también activista violento, detenido un día antes por diversos delitos, un grupo de seguidores bloqueó la carretera 190 entre Tehuantepec y Juchitán. Quemaron vehículos y demás desfiguros. Ahí, durante horas, un grupo de 33 turistas franceses quedaron atrapados. Los rescató la Guardia Nacional. El sujeto detenido, torciendo la ley, fue liberado más tarde. La pregunta es: ¿y así le apostamos al turismo como un eje del desarrollo económico? O más bien, ¿si el hecho de aprehender a un presunto transgresor de la ley, tuvo tales resultados, para qué detenerlo, si al final se violenta la norma? Y aquí otro factor del rezago que tenemos en la industria turística. Hay que buscar la razón en la forma en que unos y otros violentan la ley. La impunidad como razón de Estado. (JPA)

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