Opinión Portada 

El comentario de hoy, martes 2 de septiembre 2025

Por declaraciones de la semana anterior, podemos afirmar que, algunos de sus funcionarios le han generado al ejecutivo estatal, de manera innecesaria, serios problemas. Uno es el tema de los despidos de más de 1 mil 300 trabajadores de base, afectados hace casi un año, por el famoso Decreto 24. El gobernador Salomón Jara dispuso que poco más de 600 que no habían podido recuperar su empleo, serán reinstalados.

La pregunta es: ¿en qué papel queda el titular de la Consejería Jurídica y Asistencia Legal del gobierno estatal, principal promotor de dicha medida, tomada casi a punto de cerrar 2024? ¿Y qué de algunos funcionarios y no pocos dirigentes sindicales que vieron en la reinstalación una minita de oro, pues exigían como en el pasado, elevadísimas cantidades para que algunos volvieran a sus plazas? Un duro revés, sin duda, a oportunistas, incompetentes, protagónicos, resentidos y corruptos.

Otro caso es el de la controvertida verificación vehicular. Un verdadero fiasco, en donde un día se difiere su aplicación, después se reactiva y, finalmente, una y otra vez se dice que no se aplicarán multas a los morosos en hacerla. Inició con problemas, como la falta de hologramas. En medios y redes sociales se ha denunciado favoritismo, saturación y hasta problemas vecinales con los verificentros.

Hay que recordar que, desde hace una década en que se puso en marcha, dicha verificación estuvo condenada al fracaso. En principio, porque no resuelve los problemas de contaminación ambiental, además de que es vista como una forma burda de exprimir el bolsillo de los contribuyentes. En la capital oaxaqueña hay diversos factores contaminantes. Uno de ellos es la chatarra del transporte urbano que, pese a la puesta en marcha del llamado Binni Bus, sigue circulando.

Si el objetivo de dicho programa es proteger a la ciudadanía oaxaqueña, no sólo de la capital, el directorio de efectos negativos al medio ambiente es brutal. La explotación irracional de nuestros bosques que sigue infame como en el pasado; la polución de ríos y afluentes; los derrames de petróleo crudo en la zona que rodea a la ciudad y puerto de Salina Cruz; las descargas de aguas grises y negras en destinos de playa, descalificados por la COFEPRIS, etcétera.

Lo que no han entendido algunos colaboradores y colaboradoras del gobierno jarista es que, si la transfomación que propone el régimen de la Primavera Oaxaqueña es mejorar las condiciones de vida y bienestar de la población –cosa que suena mucho a utopía- hay que emprender grandes acciones y no nimiedades, reducidas aún más en un vulgar burocratismo. A poco de cumplirse tres años de este gobierno, ya deberían haber superado la sobada curva del aprendizaje. (JPA)

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