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El comentario de hoy, martes 19 de noviembre 2024

Hoy hablaremos de las tribulaciones cotidianas de quienes habitamos en Oaxaca capital o el área conurbada. Hay quienes opinan que vivir en paz es cada día más difícil. Tema aparte es la inseguridad que hemos padecido en los últimos tiempos, que no es exclusiva de Oaxaca, pero lo cierto es que aquí las cosas se están descomponiendo.

Vivir en la capital se ha convertido, en cierto sentido, en un infierno. En principio por el mal estado de las vialidades, que apenas empezaron a ser atendidas, además, por el caos cotidiano y el fracaso de la política de “Dialogamos no bloqueamos”. El bloqueo por una razón u otra es permanente. Vivimos secuestrados por turbas de maestros, sindicatos, normalistas, organizaciones sociales, etc. Las marchas, por todo o por nada, son su complemento.

Si vive por el norte de la ciudad, la situación es más compleja. A diario, sobre todo en temporadas de Guelaguetza, Muertos o Navidad, los convites, calendas y las comparsas se han convertido no sólo en la diversión de unos, sino en el Calvario de muchos. Cualquier hijo de vecino, sea por el Día del Estudiante, el médico, la enfermera, el albañil u otros muchos más, cualquier día, mañana o tarde, realiza su calenda en la Calzada Porfirio Díaz, cuyos efectos son brutales en el tránsito vehicular.

Ni los domingos nos salvamos. O es la llamada “divertiruta” o por el Periférico o Avenida Universidad, son las carreras, maratones o torneos de ciclismo. El área conurbada no se salva, ahora que empieza la temporada de peregrinaciones. Calendas y comparsas se han acorrientado. Sin regulación y en plena anarquía, luego de mezcales, turistas nacionales y extranjeros hacen de las calles mingitorios, porque no hay servicios. El casco urbano termina como zahúrda, por la basura generada.

Para hacer más patética nuestra realidad, el reconocimiento de barrio mágico, ha devenido un espejismo. Vaya a darse una vuelta por Jalatlaco para darse cuenta que, por asumirse tal, no falta el obtuso que cierra las calles con plumas metálicas u obstáculos de toda naturaleza, para que el turista extranjero tomé su café con toda tranquilidad en las calles empedradas y sin banquetas. ¿Hay alguna disposición municipal para ello? Lo dudo.

La peor legislatura local, en la historia política oaxaqueña, antes de terminar su gestión aprobó iniciativas al vapor para sancionar y gravar el hospedaje que se contrata en plataforma, pero soslayó pronunciarse contra la gentrificación. Omitió expedir medidas de regulación para evitar la discriminación en sitios de alimentos; la presentación de cartas sólo en inglés o el cobro en dólares en efectivo.

No se trata de agraviar a comerciantes, deportistas, promotores del huateque perpetuo y líderes de los grupos de presión, que asumen tener derechos, como los tenemos todos. Es urgente la regulación. Tarea nada fácil para el gobierno de la ciudad que se estrena en enero. (JPA)

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