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El comentario de hoy, martes 17 de septiembre 2024

Nunca como hoy, el oficio político ha estado tan desprestigiado y estigmatizado. En estos tiempos ya es común que, sin recato alguno, un día veamos a unos enarbolando una bandera y al día siguiente, izando la del enemigo o adversario. El doble discurso, la doble moral, la traición y la abyección son, hoy en día, el símbolo de un oficio convertido en un circo de trapecistas y malabaristas, empecinados en no soltar la ubre del erario.

Desde hace mucho, los partidos políticos, sin excepción, dejaron de ser los legítimos representantes de la demanda ciudadana. De ser los catalizadores de la ideología o del pensamiento de importantes sectores de la sociedad. Dirigentes y militantes ya no se nutren de la declaración de principios, sino de un pragmatismo ramplón; de operaciones canallescas; amenazas e intimidación, propias de criminales.

Lo vimos en la pasada aprobación de la Reforma Judicial en el Senado de República, convertido en una carpa pueblerina, en un sainete grotesco, en un escaparate de cínicos y vende-patrias que, paradójicamente, se asumen sus salvadores. Tránsfugas que, con una cola larga devinieron los grandes tribunos de la plebe ya purificados con la farsa de no mentir, no robar, no traicionar, que ni ellos mismos se lo creen.

El fenómeno se repitió en Oaxaca, en el improductivo, oneroso y rapaz Congreso local. El mismo al que a menudo le han enmendado la plana por la torpeza y mediocridad con la que aprueban iniciativas. Hace al menos dos semanas tuvo un revés penoso. Al enterarse, el mismo presidente López Obrador que, en el recinto legislativo de San Raymundo Jalpan, se pretendía inscribir en letras doradas la frase sexenal: “Primero los pobres”, la rechazó de manera tajante.

Los malosos, pero bien intencionados, estuvieron más de acuerdo en inscribir: “Primero los sobres”. Pues bien, el pasado 11 de septiembre, en la madrugada, sin leer el dictamen ni enterarse, mucho menos analizar los pormenores de la Reforma Judicial aprobada en el Senado, nuestras acémilas legislativas de Morena y adláteres del PRI, PAN, PRD, Nueva Alianza Oaxaca y demás morralla, la validaron en 6 minutos. El objetivo era echar las campanas al vuelo para decir que era la primera legislatura local en aprobarla, por unanimidad.

Había que ver la foto de los 41 legisladores y legisladoras sonrientes, patéticos, tiernamente ridículos. De Morena se entiende, ¿pero, del resto de oficiosos y lame-botas, cuyos dirigentes nacionales y estatales, formaron el frente opositor para detener la aprobación de la citada reforma judicial?

Lo dicho pues. Judas traicionó a Cristo; Bruto y Casio a Julio César. Picaluga llevó al cadalso a Guerrero; Huerta a Madero, Guajardo a Zapata; los Yunes al pueblo mexicano y nuestra mediocre bancada opositora, a sus dirigentes y militancia. La pregunta es: ¿Y de a cómo fue el pago por evento? (JPA)

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