El comentario de hoy, martes 15 de octubre 2024
Desde el gobierno de José Murat, entre 1998 y 2004, si la memoria no me falla, venimos escuchando como un disco rayado, el ardid de que Oaxaca es una de las entidades más seguras del país. Y el mito sigue. Y hoy es interpretado como un intento, de la llamada comisión de seguridad, no sólo de tomarle el pelo a la sociedad oaxaqueña sino a su mismo jefe político, es decir, al ejecutivo estatal.
En el anterior gobierno federal varias veces aparecimos en las inconfundibles mañaneras. Apenas el martes 8 de octubre, durante la presentación del Plan Nacional de Seguridad, en la que se perfila la misma estrategia fallida de “los abrazos y no balazos”, el titular de la Secretaría de Seguridad Pública federal, Omar García Harfuch, presentó una gráfica del sexenio anterior, en donde Oaxaca supera a Sinaloa y Tamaulipas en inseguridad.
La irrupción de las benditas redes sociales, pese a la celeridad y a veces la difusión de notas falsas, ponen en entredicho cualquier argumento que insista en que somos el Edén de la paz social en el país. La semana anterior, las ejecuciones fueron la nota cotidiana. Juchitán de Zaragoza, Matías Romero, Ocotlán de Morelos, Pinotepa Nacional y otros, que nos equiparan a cualquiera de los estados violentos de México.
El Istmo de Tehuantepec es hoy, más que nunca, una tierra de nadie. Fuentes fidedignas revelan que los autobuses que hacen el servicio de Tuxtla Gutiérrez, Tapachula o Arriaga a Oaxaca, tienen que hacer un alto obligatorio en Juchitán. Ahí, a plena luz del día, abordan las unidades, delincuentes que exigen cuotas a los inmigrantes o identificación a los nacionales, salvo hacerse acreedor a un disparo o secuestro.
Y ello ocurre frente a patrullas de policías estatales o municipales. Hace al menos un mes, cuentan testigos, una joven alemana, originaria de Berlín, fue bajada a golpes y subida a una moto-taxi. ¿Y quién, medianamente cuerdo, hace frente a un grupo de criminales armados e impunes? Ello ocurre en Juchitán, una ciudad que ha sido catalogada como una de las más violentas del país, tierra natal –por cierto- de decenas de funcionarios estatales.
Alguien tiene que decirles a quienes siguen con el mito de la entidad segura que ya le bajen. Que admitan su incompetencia o que, acepten que vamos a seguir en manos de la delincuencia. Ya en el gobierno federal están marcando las directrices de que México camina rumbo al abismo. La delincuencia seguirá impune, copando al país. ¡Vaya genios del tema que hay en el reciente ungido régimen de Claudia Sheinbaum!
Por lo pronto, en nuestra sufrida entidad estaremos cada día con el Jesús en la boca, de que el crimen no siga creciendo y vayamos a convertirnos en otro Guerrero, Michoacán o Guanajuato. Ojalá, al menos, que nuestras lumbreras en materia de seguridad, apliquen medidas de contención y no sigan con sus trillados mitos. (JPA)