El comentario de hoy, martes 15 de abril:
Uno de los grandes problemas de la salud pública en el país y, particularmente en Oaxaca, es la obesidad, generadora de morbilidades ligadas a la diabetes mellitus o males del corazón, entre otras. Desorden alimenticio, vida sedentaria, falta de una cultura sobre nutrición, entre otros factores.No existe promoción o al menos difusión sobre los beneficios que implica el ejercicio físico para la salud. El área gubernamental respectiva asemeja un elefante blanco si no es que un vulgar membrete.
Hace unos días en la Ciudad de México, la presidenta Claudia Sheinbaum, estuvo en un entrenamiento masivo de box, acompañada de grandes íconos del boxeo mexicano. Y ponderó lo que implica para el país dicho deporte. Sin embargo, en Oaxaca parece que caminamos en sentido inverso. Los espacios públicos y emblemáticos para la práctica popular, se han ido cerrando. Sorprende el afán privatizador, que parece ser una fiebre que todo contamina.
Hace más de un año fue dado en comodato el espacio deportivo adjunto al Parque de Béisbol, “Eduardo Vasconcelos”. Las ligas locales que, desde mediados del Siglo XX sostenían ahí sus torneos, de la noche a la mañana perdieron ese espacio público perteneciente a la Universidad Autónoma “Benito Juárez” de Oaxaca. Y todo mundo guardó silencio. Nadie la levantado la voz al menos para exigir una explicación.
La semana pasada el gobierno de la Primavera Oaxaqueña anunció que, el llamado Polideportivo “Venustiano Carranza”, otro de los sitios históricos de los citadinos para ejercitarse, había sido entregado a una empresa u organización civil que invirtió 12 millones de pesos en su remodelación. El espacio, que se inauguró durante el gobierno de Gabino Cué y fue en sus inicios un boom para los oaxaqueños, pasó por decreto de los diputados y diputadas locales, aprobado sin leer ni, mucho menos, conocer antecedentes, a manos privadas.
Paradójicamente, de los espacios que han estado bajo la tutela de la Secretaría de Administración, nos referimos al Parque El Tequio o el llamado Parque Colosio que se ubicaba en los rumbos de San Felipe del Agua, nadie en la Primavera Oaxaqueña ha dicho ni “esta boca es mía”. Y hay razón, al menos el primero luce en completo abandono. Pero como siempre: la culpa es de los otros.
Y es que al paso que vamos, -esperamos que nunca suceda, pues sería una bofetada más al pueblo bueno y sabio- podríamos presenciar que, por ocurrencias -¿o negocios?- de leguleyos enquistados en la actual administración, también se privatice el Auditorio “Guelaguetza” o nuestro histórico Teatro “Macedonio Alcalá”.
Lo que sorprende es que la doctrina de quienes se dicen íconos del primero o segundo piso de la transformación, de dientes para afuera, se hayan pronunciado siempre en contra de entregar los bienes públicos a corporativos particulares. Pero cada quien aplica el doble discurso y la doble moral, como le conviene. (JPA)